A la hora de ejecutar toda clase de proyectos en la ciudad, el Ayuntamiento suscribe con frecuencia acuerdos de colaboración con instituciones públicas y privadas con el fin de alcanzar el objetivo deseado. En el barrio de Os Rosales, los feligreses de la parroquia se quejaban del deplorable estado que presentaba el entorno de la iglesia, inaugurada hace ahora dos años, por lo que se propusieron su adecuación.

El Arzobispado compostelano se encargó de financiar los trabajos, que hicieron necesaria la inversión de 170.000 euros y que permitieron la construcción de una plaza de 2.000 metros cuadrados que mejora de forma sustancial el aspecto de los terrenos que rodean al templo. El nuevo espacio público llevará el nombre de plaza de Nuestra Señora de Os Rosales y a partir de ahora será el Ayuntamiento el responsable de su mantenimiento, de acuerdo con el convenio firmado por las autoridades municipales, que alcanzaron en este barrio su particular concordato en beneficio de los residentes.

La inauguración de la plaza contó ayer con la presencia del alcalde, Javier Losada, quien no sólo acudió al acto de descubrimiento de la placa, sino que participó en la larga ceremonia litúrgica con la que la parroquia conmemoró su segundo año de existencia.

A la conclusión de la misa, y bajo un radiante sol primaveral, el párroco, Antonio Rodríguez, se dirigió a los numerosos fieles que se reunieron en la plaza para agradecerles su apoyo en la consecución de esta actuación. El sacerdote no olvidó los problemas que suponen estas realizaciones, para lo que narró el chiste sobre el cura que informa a sus feligreses de que tiene dos noticias para ellos, una buena y una mala. "La buena es que ya tenemos el dinero para las obras y la mala es que está en vuestros bolsillos", concluyó Rodríguez entre las sonoras carcajadas del público, incluidas las del alcalde.

Losada recordó las palabras de la homilía del párroco para asegurar que la plaza fue construida con "fe, amor y esperanza", a lo que añadió que los vecinos de Os Rosales tienen como un orgullo el residir en "uno de los barrios más bonitos de la ciudad". Pese a tratarse de una pequeña actuación en comparación con otras realizadas en la ciudad, el regidor destacó el impacto que tienen estas obras para la calidad de vida de los ciudadanos.

Tras escuchar estas palabras, el sacerdote vio que se le abría el cielo. Una vez que Losada acabó su discurso, subió de nuevo al estrado y solicitó a las autoridades municipales que instalen un pasamanos en la escalinata y que arreglen el acceso a la plaza desde la calle Manuel Azaña. Antonio Rodríguez recordó que la intervención necesaria es muy pequeña, ya que el tramo en mal estado tiene una longitud de unas pocas decenas de metros, por lo que apeló a la comprensión del alcalde y la concejal de Urbanismo, Obdulia Taboadela, también presente en el acto.