¿Qué tiene que hacer A Coruña para ser una ciudad verdaderamente turística, para que los visitantes sean realmente uno de los grandes motores económicos de la urbe y palíen el sufrimiento de otros sectores? Internacionalizar y desestacionalizar son dos de los objetivos de todo implicado a cuanto se le pregunta al respecto. Varios especialistas aportan sus sugerencias para que el potencial turístico de A Coruña explote al fin y deje de ser un destino secundario frente a otros lugares, algo que no acaba de pasar.

Mientras desde la Escuela de Turismo se anima a aprovechar la marca creada el pasado año, los hoteleros creen que es necesario que el sector privado entre en el Consorcio de Turismo. Los guías van mucho más allá y animan a las administraciones a ser valientes y transformar la imagen de marca que se ofrece: de mera ciudad bonita con buenos restaurantes para comer -más apta para el turismo interior- a meta del turismo anglosajón como sino final de Sir John Moore y como el epicentro de la costa sagrada céltica donde el sol va a morir cada día.

"Hasta ahora se le ha metido en el saco de una ciudad bonita, donde te puedes poner hasta arriba de marisco, pero es que balcones del atlántico hay muchos y además hay que competir con Santiago, que es un destino universal", analiza Suso Martínez, guía turístico, portavoz en A Coruña de la Asociación Profesional de Guías Turísticos de Galicia. El colectivo cree que A Coruña también puede convertirse en un destino universal, "pero para eso el turista potencial debe tener toda la información, que sepan que esto solo está aquí".

¿Qué convertiría a la ciudad en un destino universal? En opinión de Martínez, si se supiese aprovechar, A Coruña es "un parque temático para el turista británico", teniendo en cuenta que es uno de los grandes consumidores de la oferta de cruceros y que la ciudad "está muy lejos para llegar en carretera pero en barco está en el centro del mundo".

El portavoz del colectivo de guías apuesta por una "decisión atrevida pero también responsable" de convertir el lugar en un producto internacional como "un santuario del celtismo", en un contexto determinado: el litoral desde San Andrés de Teixido hasta Fisterra. Habla Martínez del Lebor Ghabhala Erenn (El libro de las invasiones), de la Torre de Breogán, que no de Hércules, de Ith e Irlanda y del parque de 47 hectáreas que rodea el faro que recoge toda esta información. "Además, desde punta Herminia comienza la costa de la muerte del sol", añade Martínez, que opina que es un elemento diferencial que nadie se ha atrevido a aprovechar hasta ahora: "que tengan que venir aquí una vez en la vida como van los católicos a Santiago".

A todo esto añade la historia romántica de sir John Moore, que conoce cualquier niño inglés, con jardín y fantasma, el de Lady Esther Stanthope, incluido. Eso sí, además de dar a conocer esta faceta de la ciudad, los implicados en recibir al visitante, como los guías, no podrían renunciar a manejarse con total soltura al menos en inglés -"decir que cojeamos en esto es benévolo"-.

Para Martínez, esto convierte a A Coruña en el puerto "con más futuro" turístico del Atlántico, si se saben aprovechar sus posibilidades, teniendo en cuenta además "que nada más llegar el crucero, el viajero se apea ya en el centro de la ciudad y eso no pasa en ningún otro lugar".

Otros que piensan en ideas para atraer un mayor número de turistas y mejorar la oferta que se ofrece son los hoteleros coruñeses. El presidente de la Asociación de Hoteleros de la Provincia (Hospeco), Francisco Canabal, ve fundamental reestructurar el Consorcio de Turismo para que el sector privado implicado participe en él de forma activa. Así se lo ha hecho saber al nuevo alcalde, Carlos Negreira, y a la nueva concejal del ramo, Luisa Cid.

Actualmente, forman parte del consorcio, además del Ayuntamiento, la Autoridad Portuaria y la Cámara de Comercio. Para Canabal, deberían estar también hoteleros, hosteleros y restauradores, pequeño comercio y, "muy importante", el palacio de congresos. "Hay que conseguir ofrecer paquetes conjuntos competitivos entre todos en vez de echarnos la culpa los unos a los otros", señala Canabal, partidario de que las asociaciones participantes sean más que "una mera asamblea donde se tomen acuerdos" y que, además, paguen una serie de cuotas por estar en el ente turístico.

El presidente de los hoteleros señala como indiscutible que se ocupe de inmediato el puesto del gerente del consorcio. Canabal transmite ideas para mejorar como que los taxis estén a pie de crucero y que se implante un servicio de bus turístico circular, con paradas en los enclaves más importantes, que tendría "un coste cero porque hay empresas que lo hacen" y que, concluye, no daría pérdidas como el tranvía.

Para Canabal, es importante que la ciudad "no esté cerrada" cuando llegue el crucerista u otro tipo de visitante y sugiere que "no tiene sentido" que, en vez de garantizar precios estables para los congresos, se aproveche la alta demanda de estos eventos para subir las tarifas.

Propone, como ejemplo, que para congresos y encuentros masivos de este tipo -fundamentales para la temporada baja-, haya ofertas hoteleras, unidas a descuentos para comidas y cenas en restaurantes y fiestas de despedida.

Desde la Escuela de Turismo, la profesora Magdalena Rodríguez observa que, salvo cosas que hay que pulir, A Coruña está bien equipada para recibir al turista: tiene capacidad hotelera, ocio y un icono y reclamo como la Torre de Hércules. ¿Dónde hay que trabajar? En la promoción, un aspecto en el que, según la especialista, resta mucho por hacer.

Magdalena Rodríguez apuesta por que la promoción turística de la urbe quede al margen de los cambios políticos, como ha ocurrido en el caso de la marca de ciudad que se presentó en la pasada legislatura.

"Creo que se hizo algo positivo, que fue la creación de una marca, pero se ha quedado en nada. Se necesita una promoción y no se está haciendo gran cosa", lamenta la profesora coruñesa, que confía en los valores turísticos de la urbe pero entiende que queda mucho por hacer.

Piensa que se debería aprovechar la marca existente -A Coruña, Gústame-, en la que se invirtió la legislatura pasada. "No se ha dejado tiempo para ver si funciona o no y realmente no se sabe si lo hace", comenta, "si después resulta que no vale, pues se piensa en otra cosa, pero debería aprovecharse esa inversión".