El curso académico 2014/2015 tiene para la Universidade da Coruña (UDC) un cierto sabor a nostalgia. Hace ahora 25 años, la Xunta de Galicia presidida por Fernando González Laxe aprobaba la Ley del Sistema Universitario Galego, que rompía con el histórico monopolio santiagués de la enseñanza superior y daba pie a la creación de las Universidades de A Coruña y Vigo.

Hasta entonces, la ciudad herculina simplemente operaba como delegación de Santiago y como sede de varias facultades de importancia como las de Arquitectura y Aparejadores, en el campus de A Zapateira, o Magisterio y Económicas, en la antigua Ciudad Escolar.

La aprobación de la nueva ley, sin embargo, no supuso la inmediata independencia de los campus coruñés y ferrolano. Los inicios eran los de una Universidad prácticamente sin recursos y sin personal. Según relata el que fue primer rector de la UDC, José Antonio Portero Molina, -aunque solo lo hizo durante seis meses-, las primeras convocatorias de plazas se realizaron todavía bajo la tutela de Santiago, en donde la segregación se recibió no sin poca oposición. "Durante los primeros meses no tenía ni coche oficial para ir a los actos y el equipo rectoral nos teníamos que reunir en un piso en Juana de Vega", explica Portero Molina.

La gran expansión de alumnos, centros y titulaciones se inició a partir de 1990, bajo el mandato de José Luis Meilán Gil. La constitución formal del Claustro y la aprobación de los primeros Estatutos se pospuso hasta 1992, en una intensa sesión en la que se fijó la hoja de ruta de la institución.

La aparición de dos nuevas universidades en Galicia trajo consigo también una competición por la llegada de nuevas titulaciones. Dos de las que más seducían a los equipos de gobierno coruñeses fueron Bellas Artes y Medicina. Sin embargo, la primera se llevó al campus de Pontevedra, dependiente de la Universidade de Vigo, y la segunda permaneció en Santiago durante todos estos años.

El crecimiento de la UDC a lo largo de estos 25 años fue uno de los más importantes del Estado. De una infraestructura inicial que no permitía dar aulas a más de diez titulaciones, se ha llegado al punto actual en que los campus de Elviña, A Zapateira y Ferrol cuentan con 13 facultades, cuatro escuelas técnicas superiores, cuatro escuelas universitarias propias y tres más adscritas, en las que se imparten un total de 148 titulaciones oficiales, repartidos en 38 grados, 48 titulaciones no adaptadas a Bolonia, y 62 másteres. El número de estudiantes aumentó sustancialmente con respecto a los primeros años pero, en los últimos tiempos, la tendencia es a la baja. Si en 2013 la UDC contaba con 18.031 alumnos matriculados, un años antes la cifra ascendía a los 19.084.

Alumnos y profesores protagonistas de aquellas época destacan dos grandes problemas que, pese al paso de los años, la UDC no ha conseguido solventar. Por una parte, la universidad coruñesa sigue careciendo de una residencia pública que, pese a haber sido proyectada, no se construyó. La carencia de profesorado es otro de los puntos débiles que se perpetúan.

"La gente se quejaba de las aulas masificadas pero era algo que se asumía", asegura Fernando Peña, responsable de la Oficina de Relaciones Internacionales y alumno de las primeras promociones de la facultad de Derecho, en los tiempos en que sus aulas todavía se impartían en la calle Durán Loriga, en el edificio que hoy es sede del Centro Galego de Artes da Imaxe (CGAI).

Este 25 aniversario contará, además de con una nueva imagen corporativa para este curso, con multitud de charlas y actividades en las que reflexionará sobre la trayectoria de a la universidad coruñesa y sobre el papel de la enseñanza superior en la actualidad.