Para algunos es ya una tradición, levantarse temprano, muy temprano, coger cinta y marcar el territorio, como en las películas de sobremesa, pero sin crimen, poner los marcos de lo que, por un día, será su terreno. Y empezar a montarlo todo, la fiesta, la noche, la hoguera, las brasas, la bebida fría, todo listo para botar as meigas fóra, porque la noche de San Juan va de eso, de quemar lo viejo, lo malo y lo triste para abrirle la puerta a lo bueno, a lo que está por venir, sea lo que sea.

Así que, el San Juan de ayer empezó como el de casi todos los años, con las playas de Riazor y Orzán parceladas por grupos de jóvenes. Ya a las diez de la mañana había problemas para hacerse con un hueco bueno. La experiencia del ejercicio pasado, con mareas vivas y fuertes lluvias durante la tarde hizo que los más precavidos se arrimasen al muro de las playas y que montasen carpas para resguardarse de un posible chubasco.

Los hubo que se lo tomaron muy en serio y llegaron a los arenales con furgonetas llenas de madera y otros que tuvieron que improvisar para tener algo que saltar por la noche, así que, o bien se pusieron a la cola para coger la madera que entregaba el Ayuntamiento de manera gratuita, o se afanaron en rebuscar en los contenedores algo que ardiese, así que, sobre la arena había ayer, al menos, un sofá y dos sillas que habían sido abandonadas en un contenedor con la esperanza de que alguien las bajase a la playa y las quemase.

El alcalde, Xulio Ferreiro, y el concejal de Culturas, deporte e coñecemento, José Manuel Sande, visitaron ayer el puesto de control instalado en la Coraza del Orzán, desde el que se coordinó el dispositivo de medio centenar de personas que se encargó de la seguridad de los 150.000 san juaneros que se reunieron en los arenales de la ciudad, alrededor del fuego.

Ferreiro comentó ayer que celebraría la fiesta que da inicio al verano con su familia, en la playa de Oza. "Vinimos a ver cómo está todo a que nos explicasen el dispositivo en la calle y a dar ánimos, que es una noche dura para los trabajadores y los voluntarios", explicó ayer Ferreiro.

La previsión inicial del Concello era que se acercasen a los arenales de la ciudad 140.000 personas, aunque el Gobierno local estima que, finalmente se superó esta cifra por la buena climatología.

El tráfico estuvo lento durante la tarde de ayer, por el corte del paseo marítimo.