Durante años en Labañou nadie cenaba solo en Navidad. Ni siquiera los que no tenían familia. Se juntaban en el barrio y se hacían compañía mutua. También decidían a dónde iban de excursión o lo que se comía en las fiestas. Hoy estas decisiones ya no están en sus manos. La gestión de los centros cívicos depende de empresas y técnicos que no siempre entienden las necesidades de los mayores.

"Optimizamos los servicios públicos pero no respondemos a la necesidad de la gente de estar en comunidad", explica Diego Parajó, uno de los promotores del proyecto Soidade, una iniciativa incluida en el laboratorio ciudadano con la que la ciudad pretende prepararse para la epidemia del envejecimiento y la dependencia que se avecina todavía más virulenta a partir de la próxima década.

Hasta la fecha, la atención a los mayores se centra en programas de envejecimiento activo, cursos y talleres que no siempre despiertan su interés, y los cuidados paliativos asociados a la dependencia. Pero bajo este enfoque subyace la idea de los jubilados como un grupo "que no piensa, que no participa, que solo va a misa".

"Sin embargo -continúa Parajó- si contamos con las personas mayores como parte activa de la construcción de la ciudadanía y no como un coste tendríamos un colectividad vigente y capacitada" para la construcción de la sociedad.

"¿Quién dice que las personas mayores no pueden ser autogestores de sus espacios?", se pregunta Parajó. Acabar con el prejuicio sobre las personas de avanzada edad requiere no obstante transformar políticas públicas y mentalidad: el Ayuntamiento tiene que poner de su parte, repensando y facilitando el transporte público para que los mayores puedan desplazarse de un barrio a otro.

La sociedad involucrarse en proyectos intergeneracionales como un canal de YouTube en el que los que sobrepasan los setenta años enseñan a los jóvenes sus secretos en la cocina y estos les corresponden ayudándolos con la informática. Todo esto con un único fin: crear redes comunitarias que recuperen lo que siempre fue A Coruña, una ciudad en la que todos cuidan de todos, pero en la que cada vez más muchas personas se sienten solas.