Jornada redonda para el Liceo, que no solo ganó sin oposición al Lleida para proclamarse campeón de invierno, sino que se aprovechó de un nuevo pinchazo del Barcelona, que cayó en su cancha ante el Igualada (5-6). El colchón para afrontar la segunda vuelta del campeonato como máximo candidato al título es ahora de cinco puntos. Una ventaja real y moral, porque ahora son los azulgranas los que están obligados a remontar. Los verdiblancos, en cambio, parecen con un piloto automático puesto. El que les lleva a victoria tras victoria. El Lleida se vio desbordado, sin poder hacer nada. Y nunca dio la sensación de que los locales fueran a tope. Todavía les quedaban una o dos marchas más. No hizo falta meterlas. Con unos primeros minutos demoledores de Bargalló, solo hubo que esperar al final.

Aunque a priori no iba a ser nada fácil, todo se encarriló de la manera más sencilla. O, por lo menos, Bargalló lo hizo fácil. Es una cualidad de los más grandes. A los pocos segundos, el capitán robó una bola casi en la frontal del área y no perdonó delante del portero cuando todavía no se había cumplido el primer minuto. En su festival, el nueve volvió a robar una bola casi a las puertas del área. Esta vez a los catalanes solo les quedó una opción para frenarle: hacerle penalti. El verdiblanco fusiló a la red. En ocho minutos el partido estaba casi sentenciado, no tanto por el resultado, solo dos goles de diferencia, como por la sensación de absoluta superioridad del conjunto local. Solo los palos evitaron una goleada mayor antes del descanso, si bien Josep Lamas marcó el tercero y el ilerdense Rodero tiró fuera una pena máxima.

La segunda parte se abrió con una perfecta combinación que dejó un gol en bandeja a Toni Pérez, que en su habitual segundo palo solo tuvo que empujarlo. Con todo decidido, la segunda parte se hizo eterna. Por un lado para la afición, que al término del partido cambiaría el Palacio por Riazor. Por otro, al propio juego, con un Lleida con los brazos totalmente caídos. Los catalanes tuvieron sus oportunidades, todas a bola parada. Trilla falló otro penalti. La baja de Lucas Ordóñez, que sigue mal del hombro, hizo que Toni Pérez fuese el único recambio. En la recta final entró Pablo Añón, con premio, porque en una combinación con el asturiano encontró su gol. Cuando ya moría el encuentro, Dani López marcó el tanto del honor del Lleida, de nuevo con otra pena máxima. Por méritos propios el Liceo es campeón de invierno, pero no tiene nada de frío, al calor que desprende el liderato.