La fuente de Cuatro Caminos llevaba una semana esperando por los deportivistas. Ayer, por fin, los futbolistas se subieron a la plataforma colocada especialmente para la celebración del ascenso a Primera División. Eran las once y cuarto de la noche cuando aparecieron los dos autobuses que trasladaron al equipo, e invitados, desde Riazor. Paco Lodeiro, maestro de ceremonias, fue nombrando a los jugadores para que uno a uno fuesen desfilando y corriendo alrededor a de la fuente y de sus permanentes chorros blanquiazules.

Los aficionados estaban apiñados ocupando cada centímetro cuadrado para estar lo más cerca posible de sus ídolos. Había quien decía que había mucha más gente que cuando el equipo coruñés celebró el título de Liga, allá por el año 2000. Quizás un poco exagerado porque se suele recordar lo más reciente. Por eso, para recordar fehacientemente, la mayoría de los futbolistas iba grabando cada segundo de lo que le tocaba vivir. Wilk se había equipado perfectamente para no perderse nada. El espectáculo no lo ponían los futbolistas, era de los seguidores.

La mayoría de los blanquiazules se mostraba realmente sorprendida de lo que estaba presenciando. Si el comportamiento de los seguidores había llamado la atención durante toda la temporada, lo que vivieron ayer los jugadores, antes, durante y después del partido, fue sorprendente. No daban crédito al movimiento social que se produjo en la ciudad. Tampoco a la trascendencia de su triunfo sobre el Jaén. Algunos intuían lo que podían pasar, y quisieron estar ayer por la tarde en Riazor, al lado de sus excompañeros. Bruno, Salomão, Culio, Rudy, Ze Castro, entre otros, no quisieron perderse la fiesta. Casi todos participaron de alguna manera en este logro. En el regreso a Primera.

En eso insistió Fernando Vázquez, como había hecho poco antes en Riazor, en el regreso a la máxima categoría. "Tal como prometí el año pasado a estas alturas cuando descendimos", dijo el entrenador. El de Castrofeito dio su clásica carrerilla alrededor de la fuente para saludar a todos los aficionados y Sissoko, uno de los principales protagonistas del la jornada, detrás casi como un poseso. Estaba eufórico el marfileño, como también se mostraron extasiados Lux, Toché y Borja. Se notaba el esfuerzo mental de tantas semanas acariciando algo que estaba anunciado, pero que se retrasó hasta ayer, para conseguirlo en casa, con su gente.

La fiesta cambió de escenario pasada la medianoche cuando los futbolistas volvieron a los autocares para dirigirse al Playa Club, donde celebraron la cena del ascenso. Según bajaban de la pasarela cada uno de los integrantes de la plantilla se iba acercando a los seguidores para disfrutar de este día tan especial más directamente con quien tanto le dio al equipo en un año tan complicado. Fernando Vázquez, notablemente emocionado, no se cansaba de abrazar a todos los deportivistas que se acercaban a él. Fue uno de los ejes de la fiesta. Menos eco tuvo la aparición de Tino Fernández, el presidente, que fue el último en entrar. Estaba feliz, deseoso de concluir los actos oficiales para convertirse en uno más de aquellos que estaban sobre la calle, como siempre hizo.

Tiempo tendrá, especialmente hoy, que será un día de descanso. Mañana toca ponerse la corbata, aunque seguro que alguien lucirá la camiseta azul de ayer con el lema De Primera, siempre o De Primeira, sempre. Mañana será el momento de volver a subirse al autocar para visitar a los patrocinadores y finalizar en la plaza de María Pita. Allí el equipo será recibido oficialmente por el alcalde y la corporación municipal a eso de las nueve de la tarde. Media hora antes se procederá a la ofrenda floral a la patrona de la ciudad. Una vez lleguen al Ayuntamiento, empezará lo que será el fin de fiesta del regreso a primera división. Compartido con todos los que hicieron posible que un equipo que a punto estuvo de desaparecer en verano, se colocase en los puestos de ascenso antes de la mitad del curso y fuese capaz de aguantar hasta la penúltima jornada, en que por fin consiguió traspasar la puerta de regreso a la división de honor del fútbol español. El reto, decían ayer los técnicos, es concluir la competición en la primera plaza. Es lo que hizo el equipo coruñés hace dos temporadas. Es bonito, pero lo importante está hecho, por el bien del equipo, de la ciudad y del club.