Cuando un equipo quiere de verdad y se vacía, como anoche hizo el Deportivo, sobran los reproches. Ni un pero se le puede poner al partido que hizo el equipo coruñés. Dio todo lo que tenía de principio a fin y mereció más que un empate ante el Villarreal. Sumó un punto, insuficiente para salir del descenso, pero por lo menos demostró que no está muerto. Aún late y ayer fue puro corazón. Nunca se rindió y dejó claro que sí le importa seguir en Primera. Lo tiene crudo, muy complicado, pero seguirá peleando por salvarse en las tres jornadas que faltan. Todo pasa por sumar en San Mamés y ganar al Levante en Riazor para tener alguna opción.

Llegaba a la cita de ayer con la obligación de lavar la horrible imagen del miércoles. Y eso hizo, derrochar nervio. Todo el que faltó en Elche le puso anoche el Deportivo. En vez de salir a verlas venir y dejarse arrollar, como en el Martínez Valero, esta vez afrontó el partido como lo que era, una auténtica final. A tope desde el pitido inicial, con la presión adelantada para ahogar al Villarreal desde su propia área. Fruto de ese ímpetu nació la primera ocasión muy pronto, a los 18 segundos, tras un fallo de Víctor Ruiz que casi aprovecha Oriol Riera para inaugurar el marcador. Poco después, en el minuto 4, el catalán volvió a rondar el gol, esta vez tras un buen pase filtrado por Lucas Pérez. Juan Carlos rechazó a córner el disparo del delantero y volvió a responder con acierto al lanzamiento desde el banderín de córner, que casi acaba en gol olímpico.

Solo faltaba el 1-0 para premiar la salida en tromba del Deportivo. Vivía permanentemente en campo contrario ante un Villarreal mucho más preocupado de defender que de atacar. Solo Gerard y Campbell corrieron algunas contras aisladas. También Jonathan dos Santos, otro de los futbolistas más talentosos de este submarino siempre peligroso en los metros finales pese a sus numerosas bajas. El balón le duraba poco al conjunto de Marcelino García Toral, que pedía desde la banda un poco más de pausa para frenar el vendaval coruñés. El Dépor se vació en ese primer cuarto de hora y poco a poco fue pagando el cansancio con muchas imprecisiones. Fue de más a menos en esa primera mitad, en la que hizo méritos suficientes como para marcar antes del descanso. Necesitaba los tres puntos, no le valía el empate, y por eso siguió cargando y buscando variedad para llegar al área. Recurrió a los pelotazos desde lejos para que Oriol Riera los bajara, pero también trató de combinar por dentro, con Lucas bastante más cómodo de mediapunta que en la banda. En los costados, Laure y Manuel Pablo trataron de asociarse con Juanfran y Luisinho para colgar balones. Sin Cavaleiro, baja de última hora por una lumbalgia, Víctor Sánchez optó por jugar con cuatro laterales en busca de solvencia atrás con los dos capitanes y una mayor proyección ofensiva dando más libertad a Juanfran y Luisinho. Jugaron casi toda la temporada de laterales, pero su perfil es más de extremos. Les gusta encarar y unirse al ataque, sin tantas ataduras defensivas. Eso hicieron anoche, aunque por momentos descuidaron sus espaldas, lo suficiente para que el Villarreal montara algunas contras peligrosas.

Mediada la primera mitad las fuerzas se fueron nivelando y el Dépor empezó a llegar cada vez con menos fluidez a la portería contraria. Solo Juanfran, con un lanzamiento alto desde fuera del área, llevó relativo peligro a la meta de Juan Carlos. Lucas, con mucha movilidad, y Oriol Riera, peleón como de costumbre, también se dejaron ver, aunque sin llegar a culminar ninguna acción. El primer acto terminaba con buenas sensaciones para el equipo coruñés. Por lo menos, se iba a la caseta convencido de poder sacar adelante el encuentro en la segunda mitad.

Sin embargo, todo se torció nada más comenzar el segundo acto. Jaume Costa recibió un balón lejos de la portería y de la nada se sacó un disparo perfecto con una parábola que sorprendió a Fabricio (m.48). Golpe duro del que el Dépor se levantó apenas dos minutos después, cuando Celso Borges aprovechó un rechace de la defensa conectar un disparo que se envenenó tras rebotar en Mario. Quedaba casi toda la segunda parte por delante para tratar de completar la remontada. Sin hacer locuras, pero volcándose de manera decidida sobre la portería de Juan Carlos.

El Deportivo lo intentó de todas las maneras: por la banda, con pelotas en largo y también a balón parado. Derrochó valentía, ganas y también nerviosismo, pero por encima de todo quiso ir a por los tres puntos. El Villarreal también tuvo sus opciones, sobre todo tras la entrada de Vietto. Fue un ida y vuelta frenético, con mucho ritmo y cada vez más riesgos por parte del equipo coruñés. Laure y Manuel Pablo, enormes en los flancos de la defensa, fueron claves para contener los arreones amarillos. Son laterales de verdad, verdaderamente fiables, y el equipo lo agradece.

El gran problema estuvo arriba, donde volvió a faltar algo más de fortuna y también ese punto de calidad en los metros finales. Por ejemplo, a Cuenca, lejos de ser ese revulsivo que buscaba Víctor Sánchez. Solo Lucas Pérez, con un disparo cruzado, probó a Juan Carlos. Muchas llegadas y pocos remates del Deportivo, que no bajó los brazos y lo siguió intentando hasta el final. Con coraje, con fe, con actitud. Quiso de verdad. En definitiva, compitió, como tendrá que hacer el sábado para sumar en San Mamés. Sigue en el hoyo pero no está muerto. Aún late, y mientras hay vida hay esperanza.