La dictadura echó al monte a miles de hombres y los sepultó en tumbas anónimas cavadas en cunetas y tapias de cementerios. Ese negro capítulo de la Guerra Civil y la postguerra en Galicia salió a la luz tras décadas de silencio gracias al trabajo de historiadores e investigadores de la memoria histórica. Pero hay otro episodio de la represión en la comunidad que hasta ahora había permanecido en la sombra: la lucha de ellas. La de miles de represaliadas del franquismo y de sus hijas, herederas de una generación de mujeres nacidas para estar al servicio del hombre. Ellas, las grandes olvidadas de la memoria histórica, también han decidido romper su silencio y relatar sus años de resistencia y superación. La historia arranca en las trincheras de la dictadura y llega hasta la actualidad, todavía con el camino hacia la libertad y la igualdad a medio recorrer.

El documental Digna Rabia, el primero en la comunidad sobre la represión sufrida por las mujeres y promovido por la Asociación de la Memoria Histórica do 36 de Ponteareas en colaboración con la Universidade de Vigo, da voz a tres generaciones de gallegas que durante la dictadura y los primeros años de transición convirtieron su rabia en su propia dignidad. Políticas, sindicalistas, intelectuales y trabajadoras del campo o del sector conservero reflexionan sobre el impacto que tuvo el franquismo en sus vidas. El documental, coordinado por los profesores de Filología y Traducción Ángel Rodríguez Gallardo y María Victoria Martins, será presentado a lo largo de la próxima semana, coincidiendo con diversos actos del Día Internacional de la Mujer.

Mujeres con proyección pública como la ex conselleira del PP Manuela López Besteiro, la escritora y feminista María Xosé Queizán; Pencha Santasmarinas, Medalla Castelao, o la sindicalista Lidia Senra junto con otras anónimas narran para este proyecto cinematográfico su día a día para subsistir en un régimen en el que estaban predestinadas a ser madres y esposas. La suya ha sido una vida de lucha, resistencia y superación. Algunas vivieron en primera persona la Guerra Civil y su represión, otras nacieron y vivieron buena parte de su vida en un franquismo que condicionó su trayectoria y otras lucharon por sus derechos a través de organizaciones políticas y sindicales a partir de los años sesenta.

Testimonios

"Entraron como fieras en casa. Buscaron a mi padre por todas las esquinas. Me cogieron por el brazo, yo estaba temblando. A mi madre la prendieron", recuerda la hija de Herminio González Cobelo, concejal socialista de Ponteareas durante la República asesinado en 1936. Chiña González relata cómo a las mujeres de los rojos les rapaban el pelo y las paseaban por las calles. "Ellas intentaban taparse la cabeza con pañuelos, pero los falangistas se los quitaban", recuerda.

En silencio y con sacrificio, las conocidas como viudas de vivos sacaron adelante a su familia. Y lo hicieron solas, porque la que no tenía a su marido entre rejas, lo daba por desaparecido en la guerra. Pero también hubo mujeres, como la alcaldesa republicana de A Cañiza en 1936, María Gómez, que estuvieron presas en las cárceles de Franco. María Gómez, condenada a pena muerte y posteriormente conmutada a cadena perpetua, compartió celda con otras muchas gallegas en la prisión femenina de Santurrán (Vizcaya). "Sufrieron vejaciones y castigos. Las monjas mercedarias que custodiaban la cárcel coaccionaban a las presas para mantener a relaciones lésbicas con ellas", explica la investigadora María José Bernete en el documental.

La lucha en solitario que las mujeres protagonizaron durante la Guerra Civil y la postguerra la continuaron sus hijas décadas más tarde organizándose en sindicatos y asociaciones para poner punto y final al rol que durante años habían desempeñado sus madres. Ya no querían que el termómetro que medía la feminidad funcionara según la blancura de las sábanas que a diario colgaban en los tendales. "La idea que tenían entonces es que una mujer daba prestigio la familia si era limpia y cuidaba a sus hijos", recuerdan en Digna Rabia.

Las hijas de la represión franquista se aliaron para acabar con la reclusión a la que el régimen de Franco había sometido a sus madres, su exclusión de la vida pública y el dominio que sobre ellas ejercían los hombres. Fue el comienzo del camino hacia la libertad y la igualdad. Pero las tres generaciones de mujeres que dan voz a Digna Rabia coinciden que de esa carrera de las trincheras a la libertad todavía quedan muchos kilómetros por recorrer a pesar de que ya han transcurrido 30 años de democracia.