El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, se declaró ayer partidario de que las personas con rentas económicas altas contribuyan al erario público con una mayor tributación. Lo dijo durante el careo con el secretario xeral del PSdeG-PSOE, Manuel Vázquez, en la primera sesión de control en el Parlamento tras el verano, pero se cuidó mucho Feijóo de responder directamente, como exigía insistentemente el líder socialista, si la Xunta estaba a favor o en contra de recuperar el impuesto de patrimonio como pretende hacer el Gobierno central. "Estamos a favor de que las rentas altas, por supuesto, hagan un mayor esfuerzo fiscal", fue su declaración textual, unas palabras de las que en su entorno no quisieron dar más explicaciones ni aclarar las posibles interpretaciones que se podían sacar.

El secretario xeral del PSdeG había acusado previamente a Feijóo de no tomar medidas para combatir la crisis, de favorecer el aumento del paro y de ser la autonomía con más expedientes de regulación de empleo acumulados en el primer semestre del año. "Se ha convertido en un especialista en deshacer más con menos", parafraseó Vázquez la expresión utilizada continuamente por el presidente de la Xunta de "hacer más con menos" con su principio de la austeridad.

El dirigente socialista, sin obtener respuesta, le preguntó varias veces si estaba dispuesto a implantar el impuesto de patrimonio para que las grandes fortunas contribuyeran a repartir la carga de la crisis y a evitar, entre otras cosas, que el curso empezara con menos profesores o que se incremente en un 140% el recibo del agua.

"La política del Partido Socialista es como la de un ventrílocuo, que tiene un muñeco en cada mano", respondió el mandatario gallego, quien imitó esa escena imaginaria diciendo: "Bajar impuestos es de izquierdas, ahora es de derechas; el techo de gasto no se puede poner en la Constitución, ahora se puede poner en la Constitución; nos reunimos en Moncloa con los ricos para saber cómo planificamos la política económica, y ahora amenazamos con ponerle a los ricos un impuesto".

Recordó también la herencia del bipartito, del que dijo que dejó facturas sin pagar en los cajones, un déficit creciente o unos presupuestos que no se ajustaban a la realidad. "Sus cuentas públicas eran una falsedad documental, presupuestaria y económica", censuró.

En la polémica, aunque desde Madrid, también terció el ministro de Fomento, José Blanco, quien aseguró que no comprendía a la Xunta por recortar el número de profesores y no reponer el impuesto de patrimonio que le permitiría recaudar 81 millones de euros.

También tuvo Feijóo un careo con el portavoz parlamentario del BNG, Carlos Aymerich, sobre la reforma constitucional para fijar un techo de gasto presupuestario. Dijo el nacionalista que eso suponía "limitar la autonomía financiera de Galicia", a lo que el presidente replicó que lo que supondrá será impedir volver a gobernar con las "políticas de Zapatero o el bipartito".

La anécdota de la jornada en el pleno se vivió fuera del hemiciclo aunque también tuvo como protagonistas a algunos diputados. Concretamente, a los siete parlamentarios del PSOE que se quedaron encerrados en un ascensor del Parlamento, el que sube desde el garaje. Fueron Ricardo Varela, Modesto Pose, Sonia Verdes, María Quintás, Leiceaga, Concepción del Burgo y Guillermo Meijón. Apenas estuvieron cinco minutos, el tiempo que transcurrió entre la llamada de Leiceaga al grupo advirtiendo de su "atasco" y la llegada del técnico que desbloqueó las puertas. Fue la presidenta del Parlamento, Pilar Rojo, la que anunció que en el pleno faltaban varios diputados porque estaban atrapados en un ascensor.