El aeropuerto de Lavacolla es el único que se alimenta de las arcas de la Xunta. Solo su compañía estrella, Ryanair, que succiona con tarifas low cost el mercado de Alvedro y Peinador, mantiene con San Caetano desde 2004 un convenio millonario a prueba de colores. Y sin embargo, para el Club Financiero de Santiago, "no hay una apuesta decidida por uno de los aeropuertos" gallegos. Es más, lamentaba ayer su presidente, Roberto Pereira, "en materia aeroportuaria Santiago está siendo olvidada por la Xunta". Para los empresarios de Compostela, "resulta evidente que Galicia no puede mantener tres aeropuertos ya que no hay demanda" y consideran que "no está justificado dilapidar fondos públicos en subvencionar vuelos ni se comprende la cuantiosa inversión en el AVE con la pervivencia del despilfarro aeroportuario". Por ello, concluyen que "la idea de mantener tres aeropuertos es, además de absurda, el paradigma de una comunidad que se engaña a sí misma" y que "está dispuesta a derrochar ingentes sumas de dinero público en aras de un localismo que la desangra".

Su "llamada de atención" llega en plena polémica por la subvención de vuelos -la Xunta, en Santiago; y el Gobierno popular de Carlos Negreira, en A Coruña- mientras el PP veta las ayudas del Concello de Vigo a Peinador.

Desde esa convicción el club de empresarios de la capital autónoma (CFS) -una institución creada en 2010 y que aglutina a 100 accionistas y al menos el doble de socios- plantean a San Caetano que elimine las ayudas a aerolíneas y mejore las comunicaciones de Lavacolla. En un comunicado oficial lamenta que, "por motivos que poco tenían que ver con su coste", la Xunta descartase "la razonable propuesta de enlazar Lavacolla con el Eje Atlántico". "No se hizo porque nadie se atrevió a tomar una decisión que situaría al aeropuerto a la cabeza del sistema gallego", argumenta el CFS. Su presidente está convencido de que, "como demuestran los estudios y expertos", Santiago "es el único en condiciones de conseguir nuevas conexiones, con una oferta de vuelos a nivel mundial y más frecuencias". Y todo ello, matiza -y sin subvenciones mediante-, para el mercado gallego.

El escrito del CFS va sin embargo mucho más allá. No solo anota a la Xunta que Lavacolla debe escalar a la "cabeza" de los aeropuertos gallegos. Reprocha que, si Santiago no consigue consolidar su papel en Galicia es porque "se interfiere en la dinámica natural para que esa opción se implante". "Santiago es el único centro vertebrador de una comunidad moderna y bien organizada. Ese centro no ha cuajado todavía en su verdadera esencia porque vive permanentemente refrenado por decisiones irracionales sustentadas por un electoralismo localista al que nadie se atreve a hacer frente", esgrimen los empresarios en su nota.

¿Y cuál es la causa de esa lógica? El CFS lo ve meridiano: la "cultura del empate" que aplica la Xunta al tener que lidiar con la lucha entre A Coruña y Vigo. "Esa confrontación propicia el derroche de ingentes fondos públicos en grandes infraestructuras duplicadas, impide el desarrollo planificado del territorio, complica los flujos económicos y en suma, sacrifica al conjunto de la comunidad". En suma, concreta Pereira, "la actitud de A Coruña y Vigo lastra el futuro de Galicia". En el texto se llega a criticar sin ambajes que la urbe olívica y la herculina constituyen "una rémora constante e implacable".

"Su incapacidad para entenderse mutuamente y con el resto de Galicia (...) hace que resulte imposible planificar un solo servicio o una sola infraestructura", resalta el CFS. "En ese contexto, la idea de mantener tres aeropuertos con vuelos que solo pueden funcionar subvencionados y además subvencionados y al margen del mercado es, además de absurda, el paradigma de una comunidad que se engaña a sí misma y está dispuesta a derrochar ingentes sumas de dinero pública en aras de un localismo que nos desangra", anota el empresariado santiagués en su nota. Por todo ello, el presidente del Club Financiero de Santiago llama a acabar con "el localismo" y "la visión cortoplacista del político, limitado al tema electoral". "Tener que justificar siempre una infraestructura y tener que buscar el empate entre Norte y Sur lastra las actuaciones", zanja.