El sector pesquero de A Coruña exige encaje en los muelles del futuro: “No es solo la lonja, hay industria paralela”

El mercado del mar pide participar en el rediseño del litoral y el Puerto promete tener en cuenta sus “necesidades”

Pescadores y usuarios consideran que Oza es actualmente demasiado pequeño para trasladar allí la actividad

Barcos de pesca amarrados en el muelle coruñés de Oza.

Barcos de pesca amarrados en el muelle coruñés de Oza. / Casteleiro/Roller Agencia

La lonja coruñesa, una de las más importantes de Galicia, se encuentra en el muelle de Linares Rivas, con los embarcaderos de Batería y Calvo Sotelo, en proceso de abrirse a la ciudadanía, al norte, y con San Diego y Petrolero, ocupados por empresas que cuyas concesiones acaban esta década, al sur y este. El futuro de todos estos ámbitos está en discusión, con la firma, hace pocos días, de un protocolo entre Ayuntamiento, Xunta y Estado que blinda el carácter público de Batería y Calvo Sotelo pero deja la puerta abierta a construir viviendas en los otros dos muelles. Varias propuestas de reordenación de la década pasada plantearon trasladar la lonja al muelle de Oza o al del Este, pero el presidente del mercado de pescado, Juan Carlos Corrás, reclama que el reordenamiento del litoral ponga las “menos trabas posibles” al sector, y, que si hay un cambio de ubicación, se tenga en cuenta que hay que trasladar instalaciones auxiliares. “No es solo la lonja, hay compradores, exportadores, talleres, industrias paralelas”, resume.

Fuentes de la Autoridad Portuaria no confirman ni descartan un posible traslado de la lonja, limitándose a señalar que “no es momento de valorar hipótesis” y que por ahora “ni siquiera se ha creado todavía la comisión del proyecto Coruña Marítima” que el mes próximo, bajo la presidencia de la alcaldesa, Inés Rey, empezará a trabajar en la reordenación del conjunto de los terrenos portuarios. El Puerto promete, eso sí, que “en los futuros desarrollos se tendrán en cuenta las necesidades de todos los sectores portuarios”, incluyendo la pesca.

Y Corrás, que también es directivo de la patronal Pescagalicia y representante del sector pesquero en el consejo de administración de la Autoridad Portuaria, reclama que se les dé voz. “No sé muy bien cómo será la reordenación y no estamos en posición de saber qué postura adoptar” por la ausencia de proyecto, pero “lo que esperamos es que se nos llame a consultas”, tanto a la lonja como a sus “actividades vinculadas: servicios, talleres, logística, camiones”. “Lo que tenemos claro es que queremos seguir siendo un puerto pesquero, y que el sector primario, bastante castigado, debe continuar la actividad”, añade. “Muchas” empresas conectadas, afirma, “están en San Diego, en concesiones y autorizaciones a corto plazo, en una situación de incertidumbre y un poco comprometida porque no se sabe si se quedarán allí o no”. También matiza que el presidente del Puerto, Martín Fernández Prado, “ya me ha dicho que está en contacto permanente con nosotros”, por lo que confía en que habrá “transparencia”.

"Muchas empresas están en San Diego, en situación de incertidumbre"

Los minoristas de pescado se encuentran entre los principales clientes de la lonja, y la presidenta de las placeras de San Agustín, Ángela Barrán, que se dedica a este negocio, también reclama representación. “Toda reforma debe tener en cuenta las opiniones del sector y de los implicados”, defiende, y en torno a la pesca hay un negocio “indirecto”, desde los minoristas a “la congeladora que hace el hielo” para la lonja. Sobre el futuro del mercado, apuesta porque haya una solución a largo plazo pues “no podemos crear un edificio cada 25 años”.

El actual abrió en 2004, y, recuerda Barrán, vino a sustituir a naves en las que “entraba la lluvia por todos los lados”, con condiciones “leoninas”, pero la placera considera que el inmueble existente requiere “obras mayores” para mejorar la cubierta y las bajantes. “Las cosas hay que pensarlas con cabeza y a futuro”, reclama la empresaria. Y, en el caso de que se traslade la actividad, Barrán exige que se “doten los medios para ello” y se reserve espacio suficiente para realizar la actividad. Si la lonja se va a Oza, pone como ejemplo, habrá que aumentar el espacio para coches y furgonetas, pues “nadie va a trasladarse andando” hasta allí y va a ser más complejo llegar en transporte público.

"Cualquier cambio de ubicación precisa mucha reflexión" para no causar daños

Para el patrón mayor de la cofradía de A Coruña, Javier Mariñas, la posibilidad de un traslado a este muelle es complicada por una cuestión de espacio, a menos que se amplíen los terrenos. “Habría que hacer dos Ozas y media”, resume Mariñas, que conoce bien el muelle porque los barcos de los cofrades amarran allí. Actualmente “la única explanada que hay está al final de los almacenes, junto al depósito de Repsol, y está totalmente ocupada por los camiones de transporte, además de ser mínima”, defiende, mientras que la lonja no solo necesitaría espacio para el propio edificio y otras industrias auxiliares, sino también para “la descarga de barcos”.

Aunque un posible plan podría urbanizar nuevos terrenos, o aprovechar espacios que no están actualmente en el propio muelle, Mariñas insiste en que en este actualmente “no entramos” y duda que haya “infraestructura” para recolocar la lonja en esta dársena. En lo que sí que confía es en que va a haber diálogo con la cofradía sobre el futuro de los muelles. “Me chocaría que fuese al contrario”, señala, pues “siempre nos consultan”.

“Langosteira es muy limitada”

Fernando Vidal es el presidente de la Asociación de Usuarios del Puerto de A Coruña (Ausport), y coincide con Mariñas en que en el actual muelle de Oza “no tiene cabida” para la lonja y sus industrias auxiliares, pues “está al 100% de ocupación”. Para dar cabida a la pesca habría que “buscar otras ubicaciones”, y, aunque indica que “el Puerto tiene técnicos” que podrían diseñar un proyecto, también argumenta que la ciudad tiene ya “una fachada marítima muy abierta, no necesita urgentemente abrir cosas”, sobre todo si afectan a “puestos de trabajo”.

Para Vidal, la nueva fachada litoral debe preservar la actividad económica en los muelles interiores y respetar a las empresas que “no son susceptibles” de llevar la actividad al puerto exterior. Punta Langosteira, defiende, es “muy limitado” en algunos sentidos, y, aunque cuenta con mucho calado, “no tiene muchísima línea de atraque”. Cree que habrá actividades que se tendrán que quedar dentro de la ciudad: una de ellas es la pesca, otro el tráfico de cruceros, y también están las “mercancías limpias, que nadie descargar donde hay mercancías sucias”, precisamente las que se llevan al puerto exterior.

Por el momento “estamos en fase de diálogo y cruce de ideas”, indica el presidente de Ausport, que considera que el protocolo es una “declaración de intenciones” por desarrollar y pide a las administraciones que diseñen una nueva fachada marítima “razonada, sin perjuicio económico ni de trabajo” y argumenta que cualquier cambio de ubicación requiere “mucha reflexión” para evitar daños. La apertura de Batería y Calvo Sotelo, considera, no ha conseguido que se convierta en un espacio frecuente de paseo, pues, tras la novedad, “la gente va al paseo marítimo”, y los conciertos que se organizan en verano generan “dificultades para pasar” a los trabajadores y usuarios del puerto que entran por allí.