“Los propios estudiantes piden que en sus centros haya personal especializado en salud mental”

“Promovemos que haya una buena higiene digital en el hogar. Los padres a veces no son conscientes de su papel de supervisores”

Irene Marín en la oficina de Unicef Galicia en Santiago.   | // XOÁN ÁLVAREZ

Irene Marín en la oficina de Unicef Galicia en Santiago. | // XOÁN ÁLVAREZ

La tecnología y las redes sociales de comunicación constituyen para Unicef “uno de los mayores desafíos a los que nos enfrentamos como sociedad”, resalta Irene Marín, su coordinadora del Comité en Galicia. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia ha puesto el foco en los últimos años en la protección de la salud mental de niños y adolescentes frente al uso que ellos mismos, y la sociedad en general, hacen de la tecnología. Marín, apoyada en datos de 2021 de un estudio sobre el impacto de la tecnología en la adolescencia de la Universidade de Santiago, el Consejo de Colegios de Ingeniería Informática y Unicef, expuso el problema y planteó soluciones en A Coruña, en una jornada en el Muncyt en colaboración con la asociación A Ciencia é Feminino.

Pasamos gran parte del día con el teléfono móvil y conectados a la tecnología. ¿Perjudica nuestra salud?

En Unicef nos centramos en la infancia y la adolescencia, pero tenemos que seguir trabajando para que a nivel general haya una protección efectiva y real frente a los riesgos. La tecnología no se considera adicción, según la Organización Mundial de la Salud, pero su uso inadecuado hace que en muchas ocasiones los niños no dediquen tiempo a otras cuestiones claves como el deporte, la lectura, estar con amigos de forma presencial… limitando así su desarrollo. Ponemos sobre la mesa los riesgos y en ello debemos implicarnos todos.

¿Qué promueve Unicef?

Fortalecer la salud mental y paliar el sufrimiento psíquico para garantizar el bienestar y el desarrollo emocional de niños y adolescentes es una de nuestras líneas estratégicas de trabajo. ¿Cómo? Prevención, atención integral, políticas públicas de salud mental, concienciación e implicación. Porque la salud mental es un estado de salud, y parece que no se está abordando con el mismo rigor que la salud física.

¿Dónde se advierten los mayores riesgos para la salud mental?

En diversos ámbitos, aunque en Unicef los focalizamos en el impacto de las tecnologías de la información, la comunicación y las relaciones en niños y adolescentes. Este es uno de los mayores desafíos a los que nos enfrentamos como sociedad. La Encuesta Nacional de Salud de 2017 traslada que el 13,2% de los niños de 4 a 14 años están en riesgo de sufrir mala salud mental. En el Estado Mundial de la Infancia de 2021 Unicef cita un estudio de la Universidad de Washington que señala que uno de cada 7 adolescentes de entre 10 y 19 años tienen un problema de salud mental diagnosticado.

¿Qué pasa en Galicia?

Con la base de nuestro estudio con la USC y los colegios de Ingeniería Informática, obtuvimos que los estudiantes de la ESO gallegos presentan síntomas de depresión graves o moderadamente graves con una tasa de ideación suicida del 10,6%. El 8,4% de los adolescentes ha enviado fotos o vídeos personales de carácter erótico o sexual, y el 25% ha recibido este tipo de material. Nos preocupa el contacto con personas desconocidas a través de las redes sociales, un caldo de cultivo para el grooming, que un adulto mediante engaños o mentiras se gane la confianza de un menor para ganar amistad con el fin de obtener estas imágenes. Nos trasladan estos adolescentes gallegos que el 54,1% ha aceptado a un desconocido en sus redes; y el 17,8% se han llegado a encontrar.

¿Por qué en la jornada del Muncyt se han centrado más en la salud mental de las niñas?

Porque en ellas la presión y la vulnerabilidad es más pronunciada.

¿Se exponen más que los niños?

Las chicas presentan síntomas graves o moderadamente graves de depresión en un 21,8% frente al 7,7% de los chicos. Si hablamos de acoso escolar y ciberacoso, las tasas de victimización en niñas son mayores: un 23,8% de acoso escolar frente a un 15,2% en chicos; un 12,9% de niñas que sufren ciberacoso y 8,1% niños.

¿Ellas también se conectan más?

Tienen una mayor frecuencia de conexión, son las que más acceden a la red y tienen una comunicación más amplia en aplicaciones de mensajería. Aquí entra lo que llamamos riesgo de contacto, bien sexual con un adulto o con una persona que intenta radicalizar para participar en conductas poco saludables.

¿Qué papel deben tener los adolescentes a la hora de asimilar el uso de las tecnologías?

Los niños y niñas, si están informados y cuentan con las herramientas necesarias para actuar, van a tener mayores posibilidades de comprender los peligros, informar de situaciones de abuso y buscar ayuda cuando la necesiten. Son los propios estudiantes de nuestro estudio quienes piden que haya personal especializado en salud mental en los centros educativos.

¿Y los padres y madres?

Padres y madres necesitan tener tiempo para conciliar y orientar a sus hijos. Las familias tienen un potencial educativo enorme en el uso responsable de la tecnología, tienen que ser la principal influencia en los primeros pasos en el mundo digital, pero los padres deben contar con herramientas y apoyo. Para nosotros la palabra clave es acompañamiento en relación a normas, límites, privacidad, gustos e intereses… El mundo de internet es tan rápido que mientras te pones al día con TikTok ya han salido tres redes más.

¿Puede ser eficaz el control parental en móviles que recoge el anteproyecto de ley de protección de menores en entornos digitales?

Todo lo que suponga dar posibilidades a las familias para ayudarles en ese proceso educativo desde el control hasta la autonomía es positivo, aunque ninguna medida aislada podrá solucionar un problema tan transversal como este. Hay un escaso nivel de supervisión por parte de padres y madres, que a veces no son conscientes de su papel de supervisores. Promovemos que haya una buena higiene digital en el hogar. En este sentido, nuestro informe indica que el 35% del alumnado traslada que sus progenitores les ponen normas sobre el uso de las TIC; el 28% les limita horas de uso; y el 13,7% limita contenidos a los que acceden. No me centraría en control sino en acompañamiento, saber escuchar.

¿Y los colegios?

Vemos importante que haya una transformación hacia una educación crítica, un aprendizaje de pautas para manejarse en internet. Esto se puede desarrollar con una figura, que según la ley orgánica de protección integral de la infancia frente a la violencia de 2021, es el coordinador de bienestar y protección para los centros educativos, que es clave para desplegar protocolos de protección frente a cualquier tipo de violencia y acompañamiento a los niños.