Terrazas vacías por el mal olor y las moscas de la basura acumulada

Negocios hosteleros con contenedores sin vaciar cerca pierden o sufren dificultades en los servicios en mesas exteriores

El propietario de un restaurante en Atocha Baja con calle San Juan, este martes en su terraza, con basura al fondo.

El propietario de un restaurante en Atocha Baja con calle San Juan, este martes en su terraza, con basura al fondo. / LOC

La terraza no sirve. Ayer [por el lunes], dos chicas querían comer fuera y a los diez minutos entraron y me dijeron: ‘No sabíamos lo del olor”, aseguraba el propietario del restaurante Chirashi, Dante Di Egidio, a escasos metros de uno de los grupos de contenedores que más basura acumulan de la zona, en Atocha Baja con calle San Juan. Una nube de moscas hacía de barrera justo ante la puerta del local, adonde llegaba el olor a pesar de existir la distancia de una calle de por medio y de que la basura acumulada este martes era algo menor que el día anterior. “Hay ratas y van las gaviotas”, señaló el hostelero, confiado en que pronto se despejarán del todo los contenedores, y que apuntó: “Tendrán también que limpiar la calle para retirar el olor”, en referencia a los lixiviados. “Vamos, que huele mal”, apuraba un hombre a los dos pequeños que le seguían en bici hacia la San Juan.

El conflicto en la recogida de basura provoca que negocios hosteleros pierdan o sufran dificultades en los servicios de las mesas exteriores justo cuando han llegado el buen tiempo. El despacho de panadería con cafetería de Debén ubicado en una esquina de la calle de la Torre ha tenido que mover dos de sus mesas de terraza para el fondo del callejón sin salida ya que el contenedor que da entrada desbordaba basura este martes. “La clientela es de todos los días y viene igual, pero mucha gente protesta y una clienta dijo que iba a llamar a la Policía Local. No entendemos por qué por los Cantones está todo recogido y de aquí para arriba, todo sin recoger. A lo mejor somos de segunda clase los de esta zona”, protestaba una trabajadora del establecimiento, Loreta Núñez.

En la siguiente esquina, calle de la Torre arriba, otra acumulación de basura y restos de mobiliario en torno a dos contenedores da la bienvenida a los clientes de una frutería. “Entiendo que vayan a la huelga, que reclamen sus derechos, pero si al Ayuntamiento le estoy pagando por la recogida de basura, que haga algo”, sostenía una empleada, Andrea Casal. “Y fuera del Pepa [A Loba, en la calle San José] mete miedo”, lamentaba.

La basura genera también molestias a comercios. A las puertas de una óptica en el cruce de la calle de la Torre con San José, a las numerosísimas bolsas de basura se sumaban cajas de cartón, un sofá y puertas de armario. Y la escena se repite por los barrios de la ciudad. “Vuela todo, vuela todo”, protestaba una anciana a un barrendero que, resignado y comprensivo, retiraba papeles y restos que el viento había esparcido por avenida de Hércules.