La guardiana de los niños de A Coruña acaba su turno

La enfermera Juana Ventureira se jubila rodeada de familiares y compañeras tras 43 años de trabajo en el Hospital Materno Infantil

Juana Ventureira, de marrón de pie en el centro, con familiares y compañeras del Materno, ayer en el faro de Oza.

Juana Ventureira, de marrón de pie en el centro, con familiares y compañeras del Materno, ayer en el faro de Oza. / Carlos Pardellas

Cumplió años ayer, hoy se jubila. Fiesta un día, fiesta al siguiente. Juana Ventureira deja atrás 43 años de trabajo en el servicio de Urgencias del Hospital Materno Infantil; “mi sitio, siempre”, explica tras apuntar que su vida laboral tuvo también una breve etapa en Urgencias del Chuac. Ya no habrá turnos, ya no habrá horarios, su vida transcurrirá ahora “sobre la marcha, con lo que salga”, confiesa ilusionada, todavía “en flash” por la sorpresa que ayer le dieron familiares y compañeros sanitarios con los que no contaba en el faro de Oza, donde se juntaron al mediodía unas cuarenta personas para celebrar “en algo más que en la intimidad” el cumpleaños de Juana; mañana repiten comida en el mismo lugar, esta vez con amigos, otros cuarenta.

La familia Ventureira va dejando poco a poco la dedicación sanitaria que lleva en la sangre. A Gely, hermana de Juana, le llegó la jubilación hace unos años tras dedicarse toda la vida a la medicina general en el antiguo hospital Santa Teresa; y su prima-hermana María Jesús colgó la bata tras ayudar a nacer durante 45 años a miles de bebés en la Maternidad Belén, donde todo el mundo la llamaba Mari o La Mami; su prima Silvia es la única que aún sigue en activo, en el Sergas y también en el Belén. Dice Juana que ahora en el Materno Infantil “solo queda una compañera” de su quinta, que se jubilará en octubre, y ella se marcha dejando “aprendidas” a enfermeras de otras generaciones.

Lo que también deja (aunque no pierde) Juana Ventureira es multitud de recuerdos de los niños y niñas que pasaron por sus manos con distintas enfermedades, incluidos aquellos que desde 2020 se contagiaron de COVID. “Los niños son buenísimos, son muy buenos pacientes y superagradecidos, una maravilla relacionarse con ellos; los padres tardan un poco más en serenarse, en actuar con más normalidad”, reconoce. Admite que algunos niños la dejaron “marcada”: “Porque estuvieron muy malitos pero afrontaron sus problemas con tremenda madurez; ellos me dieron lecciones”.

Juana Ventureira estudió en el colegio Las Esclavas con compañeras que ayer estuvieron con ella en la comida del faro de Oza; también con amigos y amigas que hicieron la diplomatura de Enfermería en A Coruña, además de con una veintena de sanitarios del Materno. “No es que hubiera nacido para ser enfermera, pero me gustó tanto que descubrí que esto era lo mío, y me quedé en el Materno”, comenta. En una mesa muy grande se juntaron ayer 40 personas dentro del faro, el máximo que se permite en el interior. Hoy, otra comida para celebrar.

De momento ya tiene regalos “estupendos” con los que disfrutar de la jubilación. “Soy de buen comer, de viajar y de caminar mucho... prueba de ello es que hice el Camino de Santiago once veces”. Gustos ideales para aprovechar una estancia de dos noches en un balneario, una excursión a Toledo y un viaje a Budapest.

Suscríbete para seguir leyendo