Manuel Ramírez | Productor virtual, hoy en Mundos Digitales

“La producción virtual no es la gallina de los huevos de oro, no vale para todas las situaciones”

“En ‘La Sociedad de la Nieve’ trabajamos mucho en descubrir la hora a la que rodar para hacer coincidir la luz de los dos hemisferios”

Manuel Ramírez, ayer, en Mundos Digitales.

Manuel Ramírez, ayer, en Mundos Digitales. / Germán Barreiros/Roller Agencia

Daniel Abelenda Lado

Daniel Abelenda Lado

Las montañas que rodean al fuselaje del avión estrellado en la película La Sociedad de la Nieve llevan, en gran medida, la firma del experto en efectos especiales, Manuel Ramírez. Ingeniero informático de profesión, lleva más de dos décadas en el sector audiovisual, en el que ha dado pinceladas a la estética de series como Juego de Tronos y The Mandalorian e infinidad de películas como la ganadora del Goya a mejor película española y nominada a mejor producción extranjera en los Oscars. Ramírez, de la productora El Ranchito, expone hoy a las 13.00 horas en Mundos Digitales, en Palexco, los detalles de cómo logró recrear las montañas nevadas del Valle de las Lágrimas de los Andes, donde sucedió el accidente aeronáutico que recrea el filme dirigido por Juan Antonio Bayona.

¿Qué le llevó a adentrarse en la producción virtual?

Siempre me gustaron los videojuegos y el cine, sabía que me quería dedicar a esto. Estudié Informática porque no había la oferta educativa que existe ahora. Los de mi generación somos prácticamente todos autodidactas. Quería dedicarme al mundo de la imagen con una base técnica. Tengo un perfil mixto, de lo que siempre me he sentido agradecido porque me gusta tanto lo técnico como lo artístico.

¿En qué consistió su trabajo en La Sociedad de la Nieve?

Yo estuve a cargo del departamento que generó el escenario que se proyectó. Había tres sets de rodaje. Uno estaba en la montaña. Otro, en una nave efímera que se construyó en un parking donde había una reproducción del fuselaje colisionado y, alrededor, una pantalla de unos 30 metros lineales. Es ahí donde se ponían los fondos que nosotros creábamos. Luego, había un tercer plató abajo, en el valle, donde hacía mejor tiempo y se utilizaba nieve artificial. Teníamos otro fuselaje allí. Nuestro trabajo era ser capaces de recrear en ese set las distintas condiciones de luz que se iban encontrando en los otros dos. Nuestro sistema se basaba en mucho trabajo de pintado manual. Todo se proyectaba en un panorama que salía en esas pantallas. Los fondos, en la mayoría de casos, se veían rotos de foco, pero toda la luz que proyectaban quedaba captada en la cámara.

¿Hasta qué punto le ha supuesto un reto profesional?

A nivel de producción ha sido todo un desafío. La historia que cuenta la película sucede en el hemisferio sur y la mayor parte de los fondos que se ven en la película, son reales. Los fotografiaron en cámara. Para todas esas sombras, había que encontrar las condiciones lumínicas adecuadas en el hemisferio norte para que coincidieran con las del sur. En La Sociedad de la Nieve trabajamos para descubrir la hora a la que rodar, para hacer coincidir la luz de los hemisferios. A esto hay que sumarle que tuvimos mala suerte con la producción porque el primer año que fuimos a rodar apenas había nieve. Hubo que volver al año siguiente. En ese tiempo no teníamos claro cómo resolver muchos de los planos. Se optó por unos fondos nevados digitales que al final se usaron menos de lo necesario porque al final se pudo fotografiar in situ. Fue un reto continuo por ser un rodaje en alta montaña. Todo lo que pudo salir mal, salió mal. Pero, al final, la producción quedó estupendamente.

Ha trabajado en otras producciones de mayor fantasía, como Juego de Tronos. ¿Cómo varía su trabajo a la hora de abordar escenarios reales, como las montañas de los Andes de La Sociedad de la Nieve, u otros menos verosímiles?

En El Ranchito estamos más especializados en entornos realistas. Hemos trabajado otros más fantásticos, como ese ejemplo de Juego de Tronos, pero siempre conserva ese fondo real. No estamos hablando de planetas con fondos imposibles y colores inverosímiles. Por lo general, nosotros trabajamos el hiperrealismo y cuando vamos a algo más fantástico también seguimos dentro de un lenguaje creíble.

¿La tecnología ha permitido al cine explotar a mayor escala este tipo de fondos?

Se creó mucha expectación con The Mandalorian, parecía que cualquiera iba a poder ser capaz de hacer ese tipo de rodajes. Se ha visto que no es tan sencillo. La gestión de color tiene que ser muy estricta, hay que saber probar porque es mucho más técnico de lo que aparenta. Se trata de ser mucho más meticuloso en los rodajes. Poco a poco, se estandarizan los métodos, que es el primer paso para que se termine de instalar esta tecnología que es muy útil en muchos casos. Aunque no es nueva de concepto, porque la retroproyección se usa desde que el cine es cine. Ahora, se puede lograr que el movimiento de la cámara esté sincronizado con el movimiento de lo que se ve en la pantalla. La producción virtual no es la gallina de los huevos de oro, no vale para todas las situaciones. Si sale mal, tiene es el problema de que lo has rodado y arreglarlo es difícil. Sin embargo, cuando se usa bien es una herramienta fabulosa.

¿Cuál es el proyecto en el que ha participado que más ilusión le ha suscitado?

A todos les coges cariño. Haber participado en Juegos de Tronos ha sido un honor por lo que significa esa serie. A título personal, porque participé en ese plano, destaco la muerte del Rey de la Noche, cuando Arya le clava el cuchillo y explota en trozos de hielo. Es de lo que más orgulloso me siento entre todo lo que yo he hecho.

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