Juan Luis Guerra abarrota el Coliseum de un público entregado a la música y el baile

El artista dominicano enardece en A Coruña a los miles de espectadores con sus ritmos caribeños

Si el concierto de Juan Luis Guerra hace ahora 33 años marcó un hito en la historia musical de A Coruña al reunir a 15.000 personas en el Coliseum —una cifra imposible de alcanzar en la actualidad por las limitaciones de espacio impuestas en el recinto—, el de este sábado también será recordado, aunque en este caso por la emoción que el artista dominicano generó entre los miles de sus seguidores que se agolpaban en el auditorio.

Juan Luis Guerra abarrota el Coliseum de un público entregado a la música y el baile

Juan Luis Guerra , en un momento del concierto. / Germán Barreiros/Roller Agencia

Desde el primer momento, nadie quiso seguir la actuación sentado en su asiento, ya que todos los espectadores se pusieron de pie para poder acompañar los ritmos caribeños con el movimiento del cuerpo. Después de que Gilberto Santa Rosa hubiese calentado el ambiente, el inicio del espectáculo Entre mar y palmeras se convirtió en una auténtica fiesta, con el público volcado con Juan Luis Guerra, hasta el punto de que algunas parejas bailaban en su localidad y otras decidían hacerlo en las escaleras y pasillos.

Juan Luis Guerra abarrota el Coliseum de un público entregado a la música y el baile

Público en el concierto de Juan Luis Guerra. / Germán Barreiros/Roller Agencia

A lo largo de la noche se fueron sucediendo las canciones más conocidas, como Vale la pena y Niágara en bicicleta, esta última con los espectadores entregados con el dominicano. Después le llegó el turno a Bachata en Fukuoka, a la que le siguió Quisiera ser un pez, que fue cantada a capella por el público casi en su integridad. Pero hasta un tema de contenido religioso, Para ti, sirvió para que los asistentes bailaran, ya que el ritmo también invitaba a hacerlo.

Con una escenografia sencilla, confeti y pantallas de vídeo, Guerra no precisó de más para llenar el escenario junto a su banda y enardecer a los espectadores. Uno de los momentos destacados del concierto fue cuando utilizó un megáfono para interpretar El costo de la vida, pero la culminación fue cuando llegó el turno para lo que es un himno más que una canción, ya que el estribillo se convirtió en “Pa que en A Coruña oigan este canto, ojalá que llueva café en el campo”.