El Liceo sumó su quinto título de la Copa Intercontinental tras imponerse 6-4 al Huracán de Argentina, campeón suramericano, en el partido que ambos equipos disputaron el martes por la noche en el Palacio de los Deportes de A Coruña. Un partido que iba a ser amistoso, pero que al final los representantes de ambos clubes decidieron convertir en oficial. Así lo escribieron y remitieron al Comité Internacional de Hockey sobre Patines (CIRH en sus siglas en francés), que estaba en pleno proceso electoral y carecía de tiempo para fijar la fecha oficial para que se enfrentasen el campeón de Europa -Liceo- y el campeón de Suramérica -Huracán-, que llevaba ya varios días por España y en A Coruña, y que ya había anunciado en su página web que el partido de Riazor sería el de la final intercontinental.

Ante la tardanza del CIRH de ofrecer una respuesta fue cuando los dirigentes de ambos clubes decidieron que el partido del martes sirviese como final de la Intercontinental e instaron a los directivos a reconocer como vencedor al que resultase ganador del encuentro. El acuerdo entre los clubes se produjo en las mismas instalaciones de Riazor, que fue donde suscribieron el acuerdo escasamente una hora antes de que se empezase a jugar.

De esta forma el club coruñés solo espera la confirmación por parte del CIRH para incluir en su palmarés un nuevo título, que suma ya el quinto Intercontinental. La conclusión del proceso electoral, con la reelección del alemán Harro Strucksber, debe de significar que en cuestión de horas puede haber ya confirmación oficial del triunfo de los liceístas, que suman este galardón a los ya conquistados en los años 1987, 1989, 1993 y 2004.

Los tres primeros llegaron de forma casi consecutiva y en Riazor, adonde se desplazaban los respectivos campeones suramericanos, pues el Liceo, presidido en aquel entonces por Augusto César Lendoiro, corría con los gastos de los adversarios y los de la organización de los encuentros, que inicialmente eran dos, pues así estaba estipulado, que se disputase uno en la cancha de cada equipo. Esta circunstancia no se cumplía ya que se jugaban los dos en Riazor, donde los liceístas, en aquel entonces con el mejor equipo de su historia, ganaban con suma facilidad un título tras otro.

El partido

Casi tan sencillo lo tuvieron los liceístas en esta oportunidad ante el Huracán, al que derrotó 6-4 y al que a los cuatro minutos de partido ya le había metido tres goles para dejar el choque prácticamente sentenciado, sobre todo porque el cuadro argentino tardó en meterse en el encuentro.

Lo que iba a ser un amistoso entre el campeón de Europa y el de Suramérica se convirtió, unas horas antes de que la bola empezara a circular por la pista de Riazor, en un partido que iba a decidir el título Intercontinental. Así lo determinaron los propios clubes por la tarde, aunque el Huracán llevaba días anunciando el partido en su página web oficial como Copa Intercontinental. El importante cambio de planes se comunicó a solo 45 minutos para el inicio del choque y los clubes anunciaron que solicitarán a la Federación Internacional de Hockey que reconozca de forma oficial al vencedor.

La superioridad del Liceo, líder de la Liga española, fue incontestable desde el inicio, con tres tantos anotados en los primeros cuatro minutos, dos de ellos de Josep Lamas, que consiguió uno más antes de que acabara el primer tiempo, al que los gallegos llegaron con cinco goles de ventaja en el marcador.

Pudo ser mayor la renta del Liceo al concluir la primera parte si no fuera por las acertadas intervenciones del portero del Huracán, Gastón Antolín, que desde la distancia vio cómo su equipo estrellaba una bola en el poste con 3-0 en el marcador y fallaba, ya con 5-0, un par de oportunidades claras ante Malián.

Tampoco mejoraron su acierto los argentinos en el arranque del segundo tiempo, en el que el Liceo amplió la ventaja con un tanto de Eduard Lamas. Los jugadores del Huracán se estrellaron nuevamente en el poste con un disparo de Barreiro.

Tanto le costó al Huracán transformar sus ocasiones que sus jugadores celebraron como un triunfo su primer gol, obra de Glaría, al que siguieron otro tanto suyo y dos más de Cabañuz para dar emoción en los últimos minutos a un partido que el Liceo ya se había tomado con la relajación propia de un amistoso y no de una Copa Intercontinental.