SURF ADAPTADO

Una ola llamada María Elena

De 67 años y con una pierna amputada, esta venezolana se subió por primera vez a una tabla hace un año en la iniciativa Muy Capacitados, que repite hoy en el Orzán

María Elena, durante la primera edición de Muy capacitados. |  // JAVIER COROMINAS

María Elena, durante la primera edición de Muy capacitados. | // JAVIER COROMINAS

María Elena mira al mar con esos ojos con los que comparte color deseando que llegue el domingo para volver a cabalgar sus olas en la segunda edición de la iniciativa Muy Capacitados. Hace un año que lo hizo por primera vez. Así por casualidad. Porque ella iba caminando por el paseo marítimo cuando se encontró con un grupo de gente con sillas anfibias y tablas que se preparaba para bajar a la playa del Orzán. Preguntó de qué iba aquello. Era una jornada de surf adaptado, le dijeron. Yo quiero participar, les pidió. Es para personas con discapacidad, le contestaron. Entonces ella se levantó el pantalón para enseñar la prótesis de su pierna izquierda. Sin pensárselo, se dejó arrastrar. Se puso el traje de neopreno, siguió las indicaciones de los monitores y al poco tiempo ya estaba pegando gritos de alegría por la increíble sensación de dominar la fuerza del mar. Ella es uno de esos ejemplos de que los límites solo están en la cabeza. Pero también de que nunca es tarde. Porque Dani Souto, campeón de España de surf adaptado —V2, visión baja parcial—, organizador de la jornada y con el que ahora le une una bonita amistad, se fijó en ella y en su atrevimiento. Y nada más y nada menos que se la llevó consigo al Pantín Classic adaptado, donde fue segunda en su categoría. Eso con 66 años. Con 67, está dispuesta a repetir y a llegar todavía más lejos.

María Elena, en el centro, con Dani Souto, organizador de Muy capacitados, detrás. |  // CARLOS PARDELLAS

María Elena, en el centro, con Dani Souto, organizador de Muy capacitados, detrás. | // CARLOS PARDELLAS / María Varela

La suya es una de las 48 historias que protagonizaron la primera edición de su iniciativa. Cada una única, cada una diferente. Y todas con el resultado final de una enorme sonrisa. La de María Elena se remonta al año 2006, cuando volvió a nacer. “Tuve un accidente y los médicos y las enfermeras se preguntaban que cómo podía seguir viva”, recuerda. Como consecuencia, perdió una pierna, pero ganó una segunda oportunidad. Porque se decidió a exprimir al máximo ese regalo que se le había brindado. Venezolana, de padre coruñés, de la zona de Bergondiño, se trasladó a España, a Barcelona, donde viven sus hijos, y el calor de la Ciudad Condal la empujó hasta la tierra paterna. Aunque no fue fácil su llegada a A Coruña en 2021. Por problemas familiares, tuvo que vivir una temporada, durante unos quince días, en el albergue de Padre Rubinos.

Pero en la ciudad se ha ido encontrando amigas como Cristina y Maribel que se han convertido en ángeles de la guarda y con la ayuda de asociaciones como Galicia Activa consiguió poner todos sus papeles en orden. “La verdad es que estoy muy agradecida con A Coruña”, se emociona. Su situación ha mejorado y ella es como un torbellino que no para quieta y que arrasa por donde pasa. Camina, corre y reaprende a nadar en el Club del Mar. Aunque su pasión es la música. Canta en la coral del centro cívico de Monelos, toca la guitarra en la asociación Tanxedoira, del Barrio de las Flores, y la tambora mientras aprende de forma autodidacta la técnica del cuatro, un instrumento de cuatro cuerdas de su Venezuela natal. Y como aún le quedaba un día libre, se metió hacer teatro en la Casa de Aragón.

El deporte también forma parte de su día a día. Y de forma inesperada, llegó el surf. “Entrar al mar fue una sensación que hacía años que no tenía. Mis gritos de felicidad y alegría se debieron de escuchar en toda Coruña”, comenta sobre aquella jornada en la que se encontró con Dani Souto por primera vez. “Lo pasé súper. Pero cuando me dijeron de ir al Pantín Classic... eso ya eran palabras mayores entonces pedí que me dieran unas clases. Cuando llegué allí y vi aquellas olas... casi me da algo. Pero con la ayuda de Dani, que la verdad tiene una gran paciencia, todo salió bien”, añade. Nunca se hubiese imaginado que acabaría haciendo surf, un deporte que no había practicado ni cuando era más joven ni cuando “tenía las dos piernas”. “Siempre pensé que no iba a ser capaz”, reconoce. Con unos años más y sin pierna, eleva la apuesta. Claro que es capaz. Es más, es muy capaz. “Lo que quiero ahora es ir a Pantín y atreverme a ir un poco más allá con la tabla”, dice.

Hoy tendrá una nueva oportunidad de subirse a una tabla. “A surfear nuevamente. Estoy esperando ese momento con las olas”, afirma. E iniciar la cuenta atrás para repetir experiencia en la cita internacional de la playa ferrolana. “Qué bonito el sentimiento, el cariño, la alegría que se vivió allí. Eran todos más jóvenes que yo, pero parecía que nos conocíamos de siempre. Lo pasamos fenomenal”, indica sobre el ambiente que disfrutó allí, precisamente uno de los alicientes de las competiciones de surf adaptado. Fue el centro de atención. Porque su vitalidad engancha e inspira. “Lo único que le pido al protesista, es que me ponga a bailar”.

Dani Souto: “Los que probaron, ‘tripitieron”

Dani Souto puso en marcha Muy Capacitados como una forma de hacer ver a toda la comunidad surfera, de la que lleva formando parte cuatro décadas, de que las playas, muy masificadas, también tienen que tener un hueco para que las personas “con otras capacidades” puedan practicar surf de una manera segura y ordenada. El año pasado, por el Día del Deporte en la Calle, casi 50 personas disfrutaron de su bautismo sobre las olas. “Fue un éxito rotundo. Todos repitieron. La idea era que cada uno cogiera dos olas y al final la mayoría tripitieron”, dice orgulloso. Además el objetivo final de la jornada se cumplió porque este tipo iniciativa se repitió periódicamente en otras playas a lo largo del verano pasado. “Este año tenemos la suerte que el Concello ha vuelto a pensar en esta actividad. Repetiremos delante de la Casa del Sol, que es donde tenemos un acceso con rampa, con la acera más ancha para disponer todo el material, duchas, la caseta de los socorristas... reúne todas las condiciones”, indica. Pero también quiere ir un paso más e ir captando, como hizo el año pasado con María Elena, a más gente para las competiciones. “Son como terapia. Son un punto de unión y en Galicia hay mucha gente que puede hacerlo y podemos ponernos a la altura de otras comunidades a nivel competitivo”, señala. Habla desde la experiencia porque tras sufrir un melanoma coroideo dentro del glóbulo ocular y perder la visión de un ojo se ha volcado en ella y es el vigente campeón de España y de Europa de su categoría.