Soriano dispara al nuevo Deportivo

A falta de fichajes, una renovación estratégica. El Deportivo ata a Mario Soriano (Alcalá de Henares, 2002) hasta el 30 de junio de 2028 con la posibilidad de que el vínculo se extienda hasta 2029 si se cumplen una serie de compromisos. El acuerdo lleva una semana perfilado, tal y como apuntó LA OPINIÓN, y el club coruñés lo hizo oficial ayer en sus canales oficiales en un movimiento anhelado por su masa social. El futbolista, uno de los más prometedores esta temporada en Segunda División con el Eibar, acepta a lo grande el desafío que le lanzó el Deportivo hace unas semanas. Pretendía renovar su contrato que expiraba el 30 de junio de 2025 y convertirle en una de las grandes apuestas de futuro de la entidad coruñesa junto a Yeremay Hernández y David Mella. El primero está atado hasta 2030, el madrileño hasta 2028 y con el de Espasande se negocian las bases de un entendimiento aún por pulir que amplíe y mejore el contrato que une a ambas partes hasta 2026. Es esa una negociación que se cuece a fuego medio.

Todo se desencadenó con Mario Soriano a partir del ascenso del Dépor a Segunda y de la subida frustrada del Eibar a Primera. En este escenario, debía volver al club coruñés y los eibarreses se quedaban sin músculo económico para acometer el fichaje vía traspaso al no desembarcar en la máximo categoría. Regresaba, de esta manera, el ex del Atlético a Riazor con doce meses por delante de contrato y el Dépor le transmitió entonces la idea de que deseaba ampliar esa vinculación. Mientras le seguían clubes de Primera, el mediapunta se mostró muy receptivo a unirse a largo plazo al conjunto coruñés y el acuerdo avanzó rápido en las últimas semanas por su fuerte deseo de atender la apuesta del Dépor y de ligarse su futuro a A Coruña y a Riazor, donde anhelaba regresar. “Onde quero estar”, respondía el propio Soriano en un tuit en gallego al anuncio oficial en twitter del propio Deportivo.

Es una muestra más de la apuesta de Mario Soriano por el Deportivo. Su primer desembarco fue como cedido del Atlético tras ser juvenil, aunque con minutos en el filial rojiblanco. Esa temporada llegó el último día de mercado a A Coruña y en la primera vuelta le costó rascar minutos. Todo empezó a cambiar en la segunda cuando Borja Jiménez empezó a apostar por él. Había ido macerándolo y ya estaba para rendir en un equipo que iba disparando hacia el ascenso, pero que gripó en la segunda vuelta. Su último tramo de la temporada ya le convirtió en un jugador capital y sus goles fueron básicos. Casi todos porque abrió el marcador ante el Albacete, pero él y todo Riazor vieron como los manchegos acabaron remontando y llevándose el premio.

Ese verano parecía ya un jugador inalcanzable por su juventud y eclosión, pero forzó para desvincularse del Atlético y vino gratis de vuelta a A Coruña. Eso sí, los rojiblancos se reservaban la mitad de sus derechos federativos en caso de venta. Firmó entonces por dos años, hasta 2024, con la opción de ampliar uno si el Dépor subía, algo que ocurrió esta temporada con él en el Eibar. Ahora le tocaba regresar, pero él y el Dépor quisieron que se quedase más de 12 meses. El deseo de todos se ha cumplido y, en el mejor de los casos, jugaría ocho años en Riazor. Una vida.