De captar nómadas digitales a subir el censo rural

Tres ‘coliving’ en Laxe, Lobeira y Ponte Caldelas implantarán un programa autonómico para mentorizar negocios de gallegos y fijar población en zonas envejecidas y deshabitadas

La gallega María Rodríguez y el serbio Edo Sadikovic, fundadores del primer ‘coliving’ de Europa, en la aldea ourensana de Senderiz, en Lobeira. |   // L. O.

La gallega María Rodríguez y el serbio Edo Sadikovic, fundadores del primer ‘coliving’ de Europa, en la aldea ourensana de Senderiz, en Lobeira. | // L. O.

Elena Ocampo

Los llantos de Xan son los primeros gemidos de un bebé que se escuchan en más de dos décadas en Senderiz, una pequeña aldea de Lobeira, con más de ochenta tejados en pie pero solo veinte vecinos. Los balbuceos de este bebé nacido el primer día de marzo de 2024 se proyectan hacia un aparente infinito de color verde y rebotan contra la pétrea Sierra del Laboreiro, en la raia seca que separa Ourense de Portugal. Lugar prolífico en relatos, fervenzas y leyendas. Una ventana que enmarca ese paisaje acoge también desde hace once años el proyecto Sende, un espacio no solo de trabajo con conexión a internet, sino también de coliving (como residencia) que han compartido ya miles de nómadas digitales de más de 50 países desde 2013. Llegan, buscan inspiración y cumplir plazos lejos de microestreses diarios como los semáforos. Cocinan juntos. Trabajan en remoto —confiesan que ha habido creativos de empresas como Netflix o Marvel— y las cenas colectivas son sagradas. Porque trabajar (y comer) juntos, une. Y tanto.

Una comida en Ponte Caldelas. |   // L. O.

Una comida en el 'coliving' de Ponte Caldelas. / L. O.

“Muchos vienen escapando de la ciudad” , explican la educadora social gallega María Rodríguez Gradín y el emprendedor social serbio Edo Sadikovic, fundadores de este primer coliving creado en Europa. Lograron devolver a la vida casas olvidadas o convertir graneros abandonados en espacios inspiradores para creadores de todo el mundo. Pierdo la cuenta cuando me enumeran los países de procedencia. Ellos, sí, son residentes en este recóndito e idílico paraje desde que rehabilitaron la primera casa. Y María y Edo han completado su obra este año, con su pequeño Xan, un nuevo habitante contra la sangría demográfica: “Disfrutamos de la compañía de muchos autónomos y nómadas digitales que vinieron a realizar su trabajo, así como de educadores y artistas que organizaron sus propios eventos aquí mientras disfrutaban de las montañas”, explican. Lobeira es uno de los municipios más envejecidos de Galicia, con una media de edad de más de 64 años; un lugar donde el antiguo colegio cerró y reabrió años más tarde, reconvertido en una residencia de mayores. Han hecho desde festivales de pintura de la naturaleza hasta soluciones para incendios.

Negocio de hípica comandado por Claudia y su madre Luisa, que regresaron de Madrid a Lobios. |   // L. O.

Negocio de hípica comandado por Claudia y su madre Luisa, que regresaron de Madrid a Lobios. | // L. O. / Elena Ocampo

Ahora, la Asociación Sende será la encargada de pilotar el proyecto Ficar que acaba de recibir el espaldarazo de la Xunta para promover que, junto a otros dos espacios de coliving gallegos, Anceu en Ponte Caldelas e Islow en Laxe, se mentoricen iniciativas de emprendedores gallegos. La intención es crear una comunidad de unas 60 personas de áreas multidisciplinares —educadores, ilustradores, arquitectos, vecinos, artesanos, ingenieros, escritores, músicos...— y que, al tiempo que se impulsarán sus negocios, se abrirá una ventana de oportunidad a fijar población en el rural. “Nuestra idea es que pase gente por aquí, para que vea cómo se vive en Sende y qué casas se alquilan...”, explica Edo Sadikovic.

Aunque normalmente es “motor de entrada”, ya existen ejemplos de asentamiento. Como ocurrió en Lobios con una oriunda de Lobeira, Luisa Álvarez que hace dos años emprendió un camino de vuelta desde Madrid para llevar a la práctica el sueño de su hija, Claudia Rodríguez —una enamorada de los caballos de 18 años— y emprender allí un club deportivo de hípica, “El ranchito ecuestre”, donde los equinos habitan en semilibertad. Desarrollan desde rutas y viajes a caballo por los parques Xurés y Gerés. “Lo importante ha sido la decisión de ella”, explica Luisa. “Yo solo quería un cambio de la ciudad, pero con la conexión rápida que nos da el AVE desde Ourense; nunca pensé que Claudia decidiese quedarse luego del verano”, detalla. Luisa Álvarez, que organiza —con otra retornada de Madrid nacida en la Baixa Limia— el festival de cortometrajes Ficar Entrimo. Aunque los inviernos son “complicados”, reconoce, la cantera de jinetes jóvenes merece la pena. “Ya concursan en certámenes”, reconoce.

Anceu, en Ponte Caldelas, es un espacio creado en julio de 2020 por el ingeniero de software Agustín, que volvió a su aldea desde Madrid, para seguir teletrabajando como ingeniero informático; y emprender una ventana al rural junto con la abogada pontevedresa África. Ella se distanció del mundo del Derecho tras once años ejerciendo fuera y luego fundó Arroelo Pontevedra en la capital del Lérez, un espacio colectivo para trabajar. Tras esa experiencia previa, emprendieron juntos esta iniciativa de coliving, con 12 habitaciones y dos oficinas para sumergirse en el coworking y para estancias de un mínimo de un mes —también imparten cursos de escritura creativa o IA y arte— y con 5.000 metros cuadrados en los que respirar. Mucho espacio para respirar. Precisamente este fin de semana celebraban su aniversario con actividades que involucran a vecinos y neorrurales, como Victor, llegado desde Madrid y asentado en Ponte Caldelas con Anceu: “Es mi casa”, indica.

África y Agus avanzan las posibilidades reales que promueve el nuevo proyecto Ficar, de la Consellería de Emprego, porque ya han testado resultados similares. “Tiene mucho sentido, porque Ficar es también una forma de acercarte a la ruralidad y ver si te encaja. Aquí hubo nómadas digitales que vinieron por temporadas y se han mudado; han decidido que Anceu era su sitio”, explica África.

Ambos habían vivido muchos años por todo el mundo, como nómadas digitales. Lo mismo ocurrió a dos creativos de origen alemán y rumano que se conocieron recientemente en dicho paraje de Ponte Caldelas “y están buscando un terreno”, apuntan. De hecho, entre los miembros de Anceu, su web incluye un asistente de jardinería de cuatro patas, también algún explorador canino y ya emplea a vecinos.

De las personas seleccionadas para formar la comunidad de Ficar, 30 serán embajadores, es decir, personas o familias emprendedoras que ya viven en las aldeas, pero necesitan una comunidad y ayuda para promover su negocio desde lo rural. Otras 30 serán locales y desempleadas que desean emprender y vivir en su aldea. Se promoverán visitas de estas personas en estadías de 15 días, para ahondar en el espíritu y en la filosofía del coliving rural e impulsar sus negocios. De este modo, se busca conjugar las oportunidades que ofrecen estos espacios con el compromiso comunitario, con la tecnología y los beneficios del rural gallego. Tras otra fase de apoyo, el programa finaliza con reuniones cada mes, permitiendo que los 60 participantes se encuentren y formen comunidad.

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