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La industria naviera mundial enfrenta un desafío crucial: reducir drásticamente sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para contribuir a la lucha contra el cambio climático. Como actividad clave que mueve alrededor del 80% del comercio global de mercancías, el transporte marítimo internacional es responsable de casi el 3% de las emisiones de CO2 a nivel mundial. Sin embargo, esta cifra podría aumentar hasta un 17% para 2050 si no se toman medidas urgentes.

Foto: Shutterstock
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 María Velasco 24 junio, 2024

El transporte marítimo internacional es una industria fundamental para la economía global, pero también una fuente importante de contaminación. Cada año, los buques que mueven mercancías por mar emiten cerca de 1.000 millones de toneladas de GEI, principalmente debido al uso de combustibles fósiles altamente contaminantes como el "heavy fuel oil". Estas emisiones no sólo aceleran el calentamiento global, sino que también generan graves problemas de salud pública en las comunidades costeras.

Consciente de este desafío, la Organización Marítima Internacional (OMI) - la agencia de la ONU encargada de regular este sector - estableció en 2018 una estrategia inicial para reducir las emisiones de GEI del transporte marítimo. El objetivo es lograr una disminución de al menos 50% para 2050 en comparación con los niveles de 2008. Sin embargo, diversas organizaciones ambientales consideran que estos esfuerzos se quedan cortos, y es que para alcanzar las metas de descarbonización, la industria naviera está explorando una amplia gama de innovaciones tecnológicas y de combustibles alternativos. Algunas de las principales soluciones en desarrollo incluyen:

  1. Hidrógeno verde: la electrólisis del agua utilizando energía renovable permite obtener hidrógeno "verde" que puede usarse como combustible en buques. Empresas como Buquebus en Argentina ya están estudiando su factibilidad.

  2. Metanol y amoníaco: estos combustibles con bajo contenido de carbono están ganando terreno como alternativas al petróleo, aunque aún enfrentan desafíos técnicos y de infraestructura.

  3. Biocombustibles: los combustibles derivados de biomasa, como el biodiésel o el bioetanol, pueden reducir significativamente las emisiones de CO2 del transporte marítimo.

  4. Recuperación de calor residual: tecnologías como el E-PowerPack de Alfa Laval pueden convertir el calor de escape en electricidad, mejorando la eficiencia energética de los buques.

  5. Barcos impulsados por energía nuclear: si bien aún enfrenta obstáculos sociales y regulatorios, la propulsión nuclear ofrece una solución de emisiones cero para el transporte marítimo de largo recorrido.

  6. Buques de carga eólicos: sistemas como velas y kites pueden aprovechar la energía eólica para complementar la propulsión tradicional, logrando ahorros de combustible de hasta el 25%. Empresas como Oceanbird están desarrollando cargueros de gran tamaño que utilizarán principalmente la energía eólica para su propulsión.

Barreras y desafíos para la descarbonización

A pesar de los avances, la descarbonización del transporte marítimo enfrenta importantes obstáculos que deben superarse como la falta de un marco regulatorio claro y armonizado a nivel global que favorezca las decisiones de inversión en nuevas tecnologías y combustibles por parte de las navieras. Una regulación sólida por parte de la OMI será clave para destrabar el proceso. Sin duda, migrar hacia combustibles y tecnologías más limpias supondrá elevados costos para la industria, que podrían repercutir en el precio final del transporte y afectar especialmente a las economías más vulnerables. Se requerirán importantes flujos de financiamiento público y privado para facilitar esta transición.

Dado el carácter global del transporte marítimo, la descarbonización del sector debe ser abordada de manera coordinada y con un enfoque de justicia e igualdad. Esto implica, además:

  1. Implementar mecanismos de fijación de precios del carbono o gravámenes sobre combustibles que incentiven la adopción de soluciones más limpias, pero sin afectar desproporcionadamente a las economías más vulnerables.

  2. Movilizar financiamiento internacional para apoyar a los países en desarrollo en sus esfuerzos de descarbonización y adaptación.

  3. Fomentar la investigación, el desarrollo y la transferencia de tecnologías innovadoras que beneficien a todos los actores de la industria.

Como una de las mayores compañías navieras del mundo, Maersk ha asumido un papel de liderazgo en la transición hacia un transporte marítimo descarbonizado. En 2023, la empresa anunció la construcción de 8 grandes buques portacontenedores capaces de operar con metanol neutro en carbono. Esta iniciativa le permitirá reducir sus emisiones anuales de CO2 en aproximadamente 1 millón de toneladas. Además, Maersk ha desarrollado asociaciones estratégicas, como la colaboración con Hyundai Heavy Industries para la construcción de estos nuevos buques, demostrando la importancia de la cooperación intersectorial para alcanzar los objetivos de descarbonización.

Hacia un futuro más sostenible

Si bien el camino hacia un transporte marítimo descarbonizado presenta importantes desafíos, la industria naviera ha comenzado a movilizarse con determinación. La adopción de combustibles alternativos, la implementación de tecnologías de eficiencia energética y los nuevos diseños de embarcaciones son algunas de las innovaciones clave que permitirán alcanzar las metas de reducción de emisiones establecidas por la OMI.No obstante, este proceso requerirá un esfuerzo coordinado a nivel global, con la participación activa de gobiernos, empresas, organizaciones internacionales y la sociedad civil. Sólo a través de una transición justa e inclusiva, que considere los intereses y capacidades de todos los actores, podrá lograrse un transporte marítimo verdaderamente sostenible y respetuoso del medio ambiente.


María Velasco
María Velasco

Redactora en Prensa Ibérica.