El último funeral al que asistí fue el de un taxista, padre de familia y abuelo, que era del Opus Dei, a quien elogió su párroco por su honestidad y hombría de bien en la homilía y en las palabras finales de despedida. Traigo este hecho como una mínima muestra de la expansión que sigue viviendo la Prelatura del Opus Dei por más países y entre personas de todas las clases sociales, justo cuando mañana se cumplen 40 años del fallecimiento (26-VI-1975), el auténtico dies natalis, tránsito al cielo, de san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, canonizado en octubre de 2002. Lo que para unos parecerá cosa pasada y ya lejana, a otros sin embargo nos resulta aún próximo porque notamos un activo empuje y su continuada intercesión desde que está en los cielos. Añado otro apunte de actualidad, y es la creciente devoción en todo el mundo a san Josemaría mediante el rezo de la novena para conseguir ocupación laboral, cosa más que lógica en esta época de crisis y paro, y sobre todo si recapacitamos que el trabajo es el eje alrededor del cual monta san Josemaría el campo de lucha para alcanzar la santidad cristiana en la vida corriente.