Opinión

Otro país, otro voto

Quienes leemos los medios informativos europeos o lo que nos llega desde Estados Unidos, tenemos una idea muy clara de lo que piensa la población de las grandes ciudades norteamericanas como Washington, Nueva York o Los Ángeles, pero probablemente apenas sabemos qué opinan los residentes de pequeñas ciudades, donde vive la mayoría del país, y menos aún de las zonas rurales. Allí hay pocos diarios y ningún corresponsal extranjero.

Cierto que en esas zonas tan solo vive el 20% de la población, pero eso representa casi 60 millones. Si este porcentaje no se acerca para nada a un voto mayoritario, adquiere otra dimensión si se lo compara al número de residentes en grandes metrópolis, en las que incluimos a las que rondan el millón de habitantes: cerca de 30 millones, es decir, la mitad del voto rural.

Las inclinaciones políticas de ambos bandos son claras: si las zonas urbanas favorecen al Partido Demócrata, las áreas rurales son claramente partidarias de Donald Trump.

Solo hay dos megalópolis en EEUU: Nueva York, con más de ocho millones, y los Ángeles, que no llega a los cuatro. Allí están los principales medios informativos de los que emanan las noticias que se extienden por todo el globo, pero no dominan en el resto del país, cuyo voto puede ir adquiriendo un peso cada vez mayor.

Se debe, en parte, al rápido cambio en el proceso electoral: los votos por correo y por anticipado son cada día más comunes, hasta el punto de que ese fin de semana ya se puede empezar a votar para los comicios de noviembre.

Hasta ahora, eran los demócratas quienes convocaban a los votantes para recoger sus votos anticipadamente, con gran resistencia republicana que veía el procedimiento como peligroso para la integridad electoral y denunciaban pucherazo una y otra vez. Pero esta es una batalla que los republicanos han perdido, así que han decidido sumarse a las tácticas demócratas y también los conservadores buscan el voto anticipado.

Un ejemplo de las opiniones que apenas se recogen en los medios internaciones, podría ser el comentario “los tontorrones del mundo de Biden no parecen comprender que, al someter a Trump a un tribunal ridículo, lo han convertido en el tipo de bandido que los norteamericanos admiran como a un héroe, es el nuevo Robin Hood americano que deja a Joe Biden relegado”.

En este mismo tenor se sitúan las burlas a la caída de ojos del presidente Biden al término de la conferencia de prensa en que ensalzó el “imperio de la ley” en el proceso contra su rival político, cuando sonrió de manera astuta ante las perspectivas legales de Donald Trump, al día siguiente de la sentencia.

Lo cierto es que las declaraciones de Biden fueron tan bien recibidas por la mayoría de los medios informativos, firmemente aliadas con el Partido Demócrata, como rechazadas por millones de personas en el universo trumpista.

No se puede olvidar que este universo es amplio, suficiente para dar a Trump la victoria en las elecciones de 2016 y dejarlo tan solo unos pocos millones atrás en el recuento oficial de 2020, el año en que los comicios norteamericanos registraron el mayor número de votos: un total de 155 millones, 74 para Trump y 81 para Biden.

La pérdida de prestigio de los medios informativos ha llevado a la proliferación de opiniones particulares que se difunden por todo el país, con encendidos comentarios de los partidarios de Trump, casi desconocidos fuera de las fronteras norteamericanas

Nadie sabe en estos momentos cuál de los dos candidatos va por delante: las encuestas son prematuras, con márgenes escasos y hasta contradictorios, pues las ventajas se sitúan en tan solo el 1% y cambian de signo casi cada día, lo que probablemente refleja el descontento general con las opciones ofrecidas.

Habitualmente, el desencanto se refleja en la escasa participación electoral, que podría darse en los comicios de noviembre, pero esta vez parece añadirse un nuevo elemento en la composición del electorado, debido a los grupos minoritarios, especialmente los de inmigrantes del hemisferio y de la población negra.

Hay algunas indicaciones de que tienen hoy más simpatías por Donald Trump de lo que cabría esperar entre estos sectores tradicionalmente partidarios demócratas, pero que tal vez pasen factura a Biden por sus dificultades económicas.

Es un terreno fértil para el Partido Republicano que va dejando de ser el representante patricio de clases privilegiadas, para lanzar un mensaje populista que atrae a estos votos olvidados por el radar de los grandes medios informativos y que, según múltiples sondeos, parecen inmunes a los avatares jurídicos de Trump: darían un apoyo aún mayor al expresidente si tiene que hacer campaña desde la celda de una cárcel.

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