Opinión | Artículos de broma

Personalismo presidencial

Dados los candidatos, la Casa Blanca será el epicentro de un desastre cognitivo o de una ruina moral. Lo de Donald Trump se sabe; lo de Joe Biden se va sabiendo conforme se ven síntomas que hasta ahora conocíamos por cómo se ocultaban. Para tener aire dinámico echaba carreritas. Así conocimos al presidente que corría con los brazos, moviéndolos en redondo como las piernas de los personajes animados de Hanna-Barbera. Trotaban sus brazos sin avanzar sus piernas. Igual que estaba mal cuando aparentaba estar bien y estaba bien cuando aparentaba estar mal porque se desplomaba como un saco y se levantaba sin romper.

Joe Biden lleva gafas de sol y eso es señal de que no las extravía, pero cuando se las quita tiene perdida la mirada Su equipo habrá puesto el despacho oval patas arriba más de una vez para encontrar la mirada del presidente, pero a estas alturas da igual que levanten las alfombras porque la realidad ha tirado de la manta y en el debate con Donald Trump se vio que su deterioro cognitivo le podría permitir ser papa de Roma, siguiendo el ejemplo de Juan Pablo II, pero no ser presidente en Washington. Las democracias carecen de la estabilidad que sostiene las teocracias.

La estadounidense es una democracia presidencialista con la presidencia personalista propia de una cultura singularmente individualista. Por creer en el poder de la persona mataron a John F. Kennedy en vez de bloquearlo con el sistema. Ahora, el magnicida es el deterioro cognitivo y matará al presidente, aunque siga vivo el hombre. Si no creyeran tanto en el hombre, Biden podría ser reelegido y, por la razón contraria, Trump nunca habría presidido porque carece de ideales que aplicar al proyecto colectivo de la nación. Pero Trump no se cae porque su vida es una sucesión de tropiezos sin derrumbarse y no calla porque no se siente concernido por la verdad y eso permite mentir a ráfaga sin que se encasquille ninguna palabra en la punta de la lengua.