Opinión | 360 grados

Un laborismo que tiró por la borda sus viejas convicciones izquierdistas

Tras casi dos décadas y media en la oposición, los laboristas británicos cantan ya victoria: los pronósticos les garantizan una rotunda victoria frente al desacreditado Partido Conservador en las elecciones del 4 de julio.

Pero no será, sin embargo, Jeremy Corbyn, sino Keir Starmer, su sucesor al frente del partido, quien los lleve de nuevo al número 10 de la histórica Downing Street.

Sin demasiados escrúpulos y con la ayuda inestimable de los medios, Starmer logró desembarazarse oportunamente de su polémico antecesor.

Corbyn cometió el error de aparecer como demasiado amigo de los palestinos, lo que le valió una implacable campaña de difamación en la prensa, también la de EEUU, que le acusó de “antisemitismo”.

Algo que no se le puede en cambio reprochar a Keir Starmer, viejo amigo de Israel, como demostró al oponerse inicialmente a un alto el fuego en Gaza.

Pero las fuertes críticas por ello recibidas, el alejamiento de los votantes musulmanes y el abandono del partido por un centenar de cargos locales obligaron a Starmer a moderar sus ímpetus sionistas.

Y ahora, tras esa corrección, los laboristas apoyan un cese inmediato de las hostilidades, la liberación de los rehenes en poder de Hamás, el pleno respeto al derecho internacional y el de “derecho inalienable del pueblo palestino” a tener su propio Estado.

En la presentación del programa electoral, Starmer habló de “creación de riqueza” como su “máxima prioridad” aunque reconoció que la forma con la que ésa actualmente se crea “que deja en muchos ciudadanos una sensación de inseguridad”.

“Somos pro empresas y pro trabajadores”, posición que, según Clair Aisley, asesora del líder laborista, refleja el “nuevo centrismo”, una política “claramente inspirada en las experiencias de Estados Unidos y que busca su orientación en el Gobierno (de Joe) Biden”, que ha ido tirando por la borda las profundas convicciones izquierdistas que caracterizó a la etapa de Jermy Corbyn.

Ese sector no da, sin embargo, por vencido, sino que, a título independiente, ha puesto en marcha diversas iniciativas para ganar el máximo de escaños y poder presionar a Starmer en el Parlamento.

Que es posible llegar al palacio de Westminster con un programa pacifista y de izquierdas lo demostró ya el ex laborista escocés George Galloway, decidido opositor al sionismo y al rearme de Ucrania.

El éxito personal logrado a principios de año por Galloway con su Partido de los Trabajadores de Gran Bretaña ha dado esperanzas a una plataforma inspirada en el ex líder laborista Corbyn y de nombre complicado: “Organise Corbyn Inspired Socialism Alternative”.

Se constituyó hace ya más de un año para presentar a un candidato con alguna posibilidad de derrotar al propio Starmer en su circunscripción londinense de Holborn and St. Pancras.

Jeremy Corbyn concurre asimismo a las elecciones como candidato independiente en otro distrito de la capital, el de Islington North, y parece con posibilidades de lograr el escaño.

Pero la maldición de la izquierda siempre ha sido la división, y así se presenta también una nueva plataforma bautizada Transform Politics, que aspira, a su vez, a crear “un nuevo partido de izquierdas”. Nada de ello parece preocupar a Starmer.