Del tartazo a la Mona Lisa a la sopa contra Van Gogh

Los ecologistas multiplican sus acciones para denunciar la inacción política ante la crisis climática

Acción de actividas contra ‘Los girasoles’, en la National Gallery de Londres  | // EFE

Acción de actividas contra ‘Los girasoles’, en la National Gallery de Londres | // EFE / Valentina Raffio

Valentina Raffio

El viernes, un grupo de activistas de Just Stop Oil lanzaron una lata de sopa de tomate contra Los girasoles de Van Gogh, en la National Gallery de Londres. Hace unos días, dos personas pegaron sus manos sobre un cuadro de Picasso expuesto en Melbourne. Semanas antes, una mujer arrojó una tarta ante la Mona Lisa de Da Vinci expuesta en el Louvre. En todos los casos, estas acciones han sido protagonizadas por grupos ecologistas en protesta por la inacción contra la crisis climática. “¿Qué vale más, el arte o la vida? ¿Vale más que la comida? ¿Vale más que la justicia? ¿Qué nos preocupa más, la protección de una pintura o la protección de nuestro planeta?”, destacaron los activistas del episodio del viernes.

A falta de un mes para el arranque de la cumbre del clima de Sharm el-Sheikh (Egipto), el gran encuentro diplomático sobre políticas climáticas, los movimientos ecologistas enfatizan su rabia por la inacción política y empresarial frente al desastre ecológico. Las “acciones de desobediencia civil no violenta” –como las definen sus impulsores– se multiplican conforme se acerca el evento. Las protestas están siendo secundadas tanto por jóvenes ecologistas como por activistas de reconocida trayectoria y científicos de primer nivel. En todas las acciones realizadas hasta la fecha, los manifestantes han reclamado medidas más contundentes para frenar los impulsores de la crisis climática y mitigar las consecuencias.

Los manifestantes que atacaron Los girasoles de Van Gogh, por ejemplo, reclaman al Gobierno británico que detenga los nuevos proyectos de petróleo y gasm los principales responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero responsables del calentamiento global. Las manos pegadas frente al Picasso eran para denunciar “el colapso climático que está aumentando los conflictos armados en todo el mundo”m un fenómeno que, de hecho, se ha multiplicado exponencialmente en las últimas décadas por la escasez de recursos como el agua. La tarta contra la Mona Lisa buscaba alertar contra el proceso de “destrucción de la Tierra” y el catastrófico futuro de la población si no se frena esta crisis.

En los últimos meses también se han multiplicado las protestas de científicos contra la crisis climática. Por primera vez en la historia, los profesionales de bata blanca están saliendo a la calle a protestar contra por la falta de medidas para frenar la crisis climática. En abril, miles de investigadores de todo el mundo protagonizaron una semana de movilizaciones globales y la primera gran “huelga científica mundial por el clima”. En España, una de las acciones más llamativas fue cuando decenas de científicos, investigadores y académicos españoles arrojaron sangre falsa junto al Congreso para “visibilizar el crimen de masa que implican décadas de inacción climática”.

“No podemos actuar como si nada cuando el mundo se va a la mierda”, explicaron varios activistas de Scientist Rebellion. “La rebelión se apoya en una cruda realidad: la ciencia del cambio climático no está siendo escuchada”, decían.

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