Resurrection Fest, la cuna de las nuevas generaciones de metaleros

El público del festival de Viveiro es completamente heterogéneo, pero este año ha llamado la atención la gran presencia de niños

Los asistentes definieron el cartel como “muy equilibrado”

Concierto de Avenged
 Sevenfold en el Resurrection
Fest 2024.   | // ANTÍA SUÁREZ

Concierto de Avenged Sevenfold en el Resurrection Fest 2024. | // ANTÍA SUÁREZ / Antía Suárez / Adriana Quesada

Antía Suárez / Adriana Quesada

“Hace veinte años nos convertimos en una familia. Hace veinte años nos convertimos en uno solo”. De esta forma tan poética anunciaba el Resurrection Fest de Viveiro su próxima edición, en la que celebrará su vigésimo aniversario como uno de los festivales de heavy metal más grandes de España. Y es que durante cuatro días con un cartel muy variado, lleno de cabezas de cartel importantes, como Alice Cooper, Bruce Dickinson, Megadeth, Avenged Sevenfall o The Offspring, la edición del Resurrection 2024 ha llegado a su fin, y el consenso general es que ha sido un año “muy equilibrado”, como apuntan los “resurretas” más veteranos.

El primer día siempre es el más mágico. Después de un año, la gente está completamente extasiada: grupos de amigos sacándose fotos en la míticas entradas, las colas eternas del merch del festival, la gente reuniéndose para los primeros conciertos, y, como cada año, se pudo ver gente de todas las edades, familias, y ya los famosos Resu Kids disfrutando del heavy metal. Es un ambiente contagioso que hace que cualquiera sienta la ilusión de los abonados anualmente, y sin duda, los grupos programados del miércoles supieron arrastrar esa energía a los siguientes días. Destacan las impecables actuaciones de Alice Cooper y de Machine Head y, cómo no, Sum 41, que se metió en el bolsillo a cada asistente del espectáculo con su actitud positiva y enérgica.

“Oh dios, es un ‘theremin’”

Vamos a ser sinceros, si sacas instrumentos inusuales, llamarás la atención del público. Y es que Bruce Dickinson, cantante de Iron Maiden, sorprendió a su público con un theremin y una guitarra-teclado (llamada keytar), que simplemente fue la guinda de un concierto completamente absorbente. A su vez, Bring Me The Horizon dio su segunda actuación histórica en el festival, y esta vez apostó por una puesta de escena más austera, pero un mayor énfasis en su música, lo que resultó un acierto completo, según la reacción del público. Cómo no, no se puede hablar del jueves sin hablar de Lendakaris Muertos, el grupo navarro dio el espectáculo más “punkarra” del festival, con el cantante Aitor Ibarretxe siendo casi tan entretenido como su setlist.

El viernes, Corey Taylor participó en el cartel del día un año más y, qué decir, parece que está tan enamorado del público como ellos de él, con cuatro actuaciones ya acumuladas en este lugar. Destaca también la actuación de The Offspring, que hizo cantar a todo su público. Y una especial mención a los Me Fritos and the Gimme Cheetos, que después de recorrer casi todos los escenarios cerrando el festival durante años, defendieron una actuación muy divertida en el Main Stage.

Era del metal electrónico

Los últimos años, el cartel del Resurrection se ha llenado cada vez de grupos más electrónicos, muchos de ellos asiáticos, como Crossfaith hace dos años. En esta ocasión ha sido el turno de Baby Metal que, junto con Electric Callboy, un grupo alemán, llenaron el recinto del último día por la tarde, con la gente saltando y disfrutando a pesar del sol cegador que salía después de tres días de mal tiempo.

Sin embargo, Avenged Sevenfold se coronó como el show de la noche ya que, después de la cancelación de su concierto en 2022, la gente se mantenía expectante, y el grupo respondió con un “conciertazo”.

Sin embargo, no todo es positivo, aunque el sonido era bueno desde la torre de sonido para atrás, la gente del foso tuvo una experiencia diferente, con conciertos en los que apenas escuchaban al cantante. Sin duda la racha de festivales con sonido irregular se está volviendo un tendencia cada vez más común y preocupante en los últimos tiempos.

Un asistente al
 festival.   | // EFE

Un asistente al festival. / EFE

Patada a los estereotipos al son de guturales

Melenas largas, faldas negras, botas con enormes plataformas, pantalones rotos, cadenas y tatuajes. El Resurrection Fest está lleno del estilo rockero que estamos acostumbrados a ver en las películas, aunque recibe a gente de todo tipo. Sin embargo, a pesar de la imagen de agresividad que puede estar instaurada en la mente de algunos debido a su apariencia o, incluso, a la música que escuchan con sus más que conocidos guturales y violentas guitarras eléctricas, es un ambiente en el que se vive todo lo contrario. No solo por la presencia de niños de todas las edades que recorren el recinto disfrutando de los grupos, sino que es algo que va más allá. A pesar de que el Resurrection acogió en esta edición a 120.000 personas es un ejemplo de limpieza y civismo. Aunque debería ser lo normal, sorprende la inexistente basura tirada por el suelo y el orden de las personas al acceder a los servicios que ofrece el festival. Las posibles impresiones de una persona que nunca ha asistido pasan por varias fases. La primera es la vestimenta, ya que se puede observar cómo personas de todo tipo y con estilos muy distintos pasean por el mismo recinto sin dirigirse ninguna mirada de desprecio o extrañeza. Todos conviven sin hacer comentarios sobre lo que llevan puestos unos u otros con el único objetivo de disfrutar de la experiencia que ofrece el festival. La buena organización que hay detrás es algo que también sorprende, con conciertos que empiezan bastante puntuales para un público eufórico por escuchar a artistas internacionales de todo tipo. Un público que, además, se mueve organizadamente entre los escenarios y hacia los puestos que ofrecen dentro del festival. Al contrario de lo que pueda parecer en los momentos de mayor euforia con gente participando en pogos de cientos de personas, el resto del tiempo hay un gran respeto entre los asistentes. Es uno de esos lugares donde simplemente hay gente queriendo disfrutar de su experiencia y permitiendo que los otros hagan lo mismo.